BCCAP000000000000069ELEC

Pero la realidad se hace más complicada desde el momento que nos acer- camos a los diferentes tipos de personas y motivaciones que llevan a los indivi- duos a participar en las devociones populares. Parece superada ya aquella lectu- ra que entendía la religiosidad popular con una lectura simplista, entendiendo por la misma una vivencia de menor calado de fe, o inclusive unido a la misma, una vinculación directa con determinadas clases o estratos sociales. La expe- riencia y los estudios de las últimas décadas nos han demostrado que la religio- sidad popular no conoce fronteras ni límites, en este sentido, sino que está abier- ta a todos, detalle por el que ha de ser valorada y aprovechada por la misma Iglesia; razón por la que requiere una atención singular, incluso en la metodo- logía con la que va a ser analizada y estudiada. Se comprende mejor así, que sea necesario abordar el tema de manera interdisciplinar. También es preciso tener presente que, a esta realidad, en los últimos lus- tros se han unido otros intereses que van cobrando cada vez más fuerza, que no son otros que los promovidos por el turismo, el folklore o los intereses econó- micos de algún grupo particular. Aun siendo legítimos, no pueden convertirse en el núcleo central y más importante que potencie y motive una religiosidad popu- lar, sino que ésta ha de partir de su lugar propio y específico, que no es otro que el “retorno a lo sagrado”. Ese retorno a lo sagrado supone contar con ministros con una cualificación precisa y amplia, capaz de afrontar el problema en su conjunto. Todavía no es fácil encontrar a ese tipo de individuos. Por una parte, seguimos asistiendo, aun- que con menor fuerza, a dos grupos antagónicos: en un extremo se encuentran los que asumieron la reforma conciliar en toda su radicalidad, que lo hicieron con arranque y decisión, convirtiéndose inclusive en unos pequeños ‘atilas’ de lo sagrado, pues intentaron acabar con todo lo anterior. No se trata ahora de enjui- ciarlos, sino de valorar cada cosa en su justa medida. Hacer tabula rasa supone el riesgo de perder la vinculación con las tradiciones que acompañan a una fe multisecular. En el extremo contrario están aquellos que no tienen ningún pro- blema a la hora de acercarse a la religiosidad popular, participando de la misma como cualquier otro individuo, olvidando su ministerio singular y necesario de evangelizar, en el que es preciso distinguir lo festivo de lo celebrativo. A este riesgo hacía referencia nuestro autor concluyendo su Manual de Teología Pasto- ral: “Conviene deslindar entre oraciones, devociones y celebraciones privadas y las celebraciones litúrgicas, tanto en su estructura como en su lenguaje, en sus gestos y en su mismo ordenamiento” 8 . Es probable también que la teología no fuera una ayuda oportuna en este campo, puesto que, durante bastantes años, no se ha preocupado ni ha tenido en MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ 59 8 Id., Teología pastoral , p. 426.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz