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1. EL ORIGEN DEL PROBLEMA No cabe duda que la renovación que supuso el Concilio Vaticano II llevó a una revisión de todas las acciones pastorales de la Iglesia, en las que estaba pre- sente un espíritu de recuperación de lo esencial en el que, la religiosidad popu- lar quedó prácticamente desatendida o al margen de la acción pastoral, de tal suerte que se ha mantenido al socaire de los gustos y modas de aquellos que han seguido utilizándola como medio de expresión cultural y de fe. En los últimos años se ha visto la necesidad urgente de recuperar este sacra- mental en toda su profundidad, entendiendo que también es un medio oportuno para hacer llegar el mensaje de salvación a un gran número de fieles. El problema surge desde el momento en que se vive la dicotomía tan fuertemente marcada en este mundo, entre lo oficial-eclesial y lo popular-religioso para muchos de los que se consideran creyentes. Esta experiencia ha provocado situaciones de gran desa- grado para muchos pastores, por lo que es necesaria una reflexión serena y atenta, volver la mirada hacia la realidad concreta y los hombres y mujeres, a los que una Iglesia particular quiere servir. En este sentido, la división tan marcada, en algu- nos momentos lleva a buscar culpables, cuando no chivos expiatorios, entendien- do que las tradiciones son lo importante, no el signo al que acompañan. A este respecto, nos encontramos también con la dificultad de que el teólo- go se convierte en un teórico que ha de tener en cuenta todo el contexto y la rea- lidad, al que no le corresponde poner en práctica las acciones oportunas, sino marcar las líneas de acción. Desarrollar las ideas y formularlas de tal manera que puedan ayuda al pueblo creyente a la comprensión del Misterio. Así lo afirmaba el profesor Ramos Guerreira: “El descubrimiento de nuevas vetas de reflexión para nada excluye el tratamiento teológico y pastoral. Todo lo contrario, lo exige. Razones de identidad, razones de evangelización, razones de comunión, de transmisión de la fe, de servicio caritativo y de celebración litúrgica están pidiendo una profundización teológico-pastoral desde la que la vida eclesial comprenda, discierna y decida. Señalar todo esto es invitar a la teología pastoral a entrar también en esta temática” 6 . En este sentido, la reflexión teológica, pasa a primer término, planteándose como algo que ha de darse como un previo de toda acción de la Iglesia. Es la misma experiencia que nos muestra que no se trata de algo acabado y completo, sino que está constantemente en construcción y crecimiento. La comunidad creyente, en ese proceso, va incorporando su vida, MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ 57 961-980; AA. VV. La piedad popular y la liturgia , Cuadernos Phase 134, Barcelona 2002; J. Castellano, “Liturgia, pietà popolare, spiritualità”, en Rivista Liturgica 89 (2002) pp. 939-960; Comisión Episcopal de Liturgia, Piedad popular y liturgia. Ponencias de las Jornadas Nacionales de Liturgia 2002 , Madrid 2002. 6 J. A. Ramos Guerreira, “La religiosidad popular y la acción pastoral de la Iglesia”, en J. A. Ramos Guerreira – M. A. Pena González – F. Rodríguez Pascual (eds.), La religiosidad popular. Riqueza, discernimiento y retos , Salamanca 2004, p. 156.
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