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L A RELIGIOSIDAD POPULAR : CAMINO OPORTUNO Significa esto que la religiosidad popular puede ser también un camino oportuno para anunciar la fe en momentos de increencia, ya que las diversas manifestaciones de la religiosidad popular, pueden estar más cerca de la gente que otras formas de expresión más elaboradas, y, por lo mismo, también más frías y distantes. En lo popular queda siempre ese rescoldo del pueblo, que, cui- dado oportunamente, vuelve a convertirse en fuego vivo. La religiosidad popular, finalmente, ha de llevarnos a la celebración litúrgi- ca, como culmen de la vida creyente, donde dos momentos pueden resultar espe- cialmente significativos, en la recuperación de la celebración litúrgica: las fies- tas del Señor y de la Virgen, donde siempre es posible una catequesis y una palabra oportuna, desde el convencimiento de la fe, y la coherencia con lo que se celebra, al mismo tiempo que se da cabida a formas peculiares de expresar la fe; y, en segundo lugar, la celebración dominical que, en infinidad de santuarios, sigue viviendo colmada por la fe del pueblo que peregrina. En este sentido, es necesario buscar una recuperación del día del Señor , rea- lidad que cada vez pierde más fuerza, oculto tras la incorporación del fin de semana , como alternativa de descanso semanal. Es evidente que no se puede luchar contra este derecho de todo trabajador, pero sí es necesario buscar en ese tiempo, un espacio para el encuentro con lo sagrado, haciéndolo asequible para los hombres y que en él encuentren la expresión concreta de una salvación aca- ecida en la pascua de Jesucristo y esperada en la plenitud del Reino, que entra a fecundar la historia humana desde la vida de la comunidad que ora y celebra a Dios. Así, “la comunión en la Iglesia tiene un componente de fe que va mucho más allá del afecto compartido o de la tarea conjuntamente emprendida. Y por eso tiene la capacidad de romper fronteras, incluso las del mismo conocimiento y relación, para que el cristiano encuentre hogar y calor en cualquier lugar del mundo en el que la eucaristía se celebra” 35 . Por otra parte, el profesor Ramos Guerreira, ya había afirmado antes que una Iglesia que no celebra su culto, o un creyente que no participa de la celebración de la comunidad, no está respon- diendo a un proyecto evangelizador, sino que se sitúa al margen de la eclesiali- dad 36 , que es precisamente donde se sitúa el riesgo de herejía. Una pastoral evangelizadora, por tanto, debe conjugar las diversas dimen- siones que confluyen en la acción, y que muchas veces son descuidadas o no se tienen suficientemente en cuenta, al mismo tiempo que se ha de plantear en las acciones eclesiales que sustentan la vida litúrgica, distinguiendo claramente la paja del grano (cf. Mt 3,12). 74 LA RELIGIOSIDAD POPULAR EN LOS ESCRITOS DE... 35 J. A. Ramos Guerreira, Teología pastoral , p. 439. 36 Cf. Ib ., pp. 430-431.

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