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propia fe cristiana, que no puede ser suplantada por aspectos secundarios, de tal suerte que sea posible llegar al anuncio del Evangelio. A este respecto, el profesor Ramos Guerreira, hace ya algunos años afirma- ba lo siguiente: “Recorrer las tierras tocadas por el cristianismo es encontrar sistemas de pen- samiento, obras artísticas, costumbres y valores, tradiciones populares, posturas ante la vida y la muerte, monumentos literarios, fiestas sembradas en el calenda- rio... vida, en definitiva, que ha surgido de la misma fe. El Espíritu ha encarnado e inculturado al Señor Jesús, ha hecho que la vida de la fe toque los resortes y las dimensiones más profundas de los hombres” 2 . En este sentido, parece necesario que la fe cristiana siga acompañando la vida de los hombres de nuestro tiempo, convirtiéndose en palabra adecuada en los acontecimientos ordinarios y extraordinarios, siendo una oportunidad de luz en un mundo en el que, en muchos momentos, parece que estuviéramos a oscu- ras, en el que las cosas se encuentran en un cambio vertiginoso y acelerado. Afir- mar esto, partiendo de la religiosidad popular, supone de entrada prudencia y cri- terio, no apresurarse a la hora de tomar decisiones, y saber valorar los acontecimientos y fiestas de las gentes sencillas. Diversos autores han hecho notar cómo, en la medida en que ha avanzado en nuestro contexto la seculariza- ción, ha aumentado notablemente la religiosidad popular, llegando incluso a hablar de ‘religión popular’, intentando marcar la diferencia 3 . Realidad que pare- ce nacer de cubrir ese lugar natural que, en la experiencia humana, ocupa la tras- cendencia, y que desde argumentos cientificistas viene siendo atacada sucesiva- mente. La paradoja reside en el mismo hecho de que estamos viviendo la experiencia de la recuperación nostálgica y folklórica de las raíces perdidas, la pervivencia de lo anecdótico y extenso, olvidando aquello que lo justificaba y motivaba en épocas anteriores. Como marco metodológico, parece necesario clarificar que la acción pasto- ral no se centra en la liturgia y, mucho menos, se puede reducir a la misma. Por otra parte, en relación a ésta, contamos ya con el Directorio sobre la piedad popular y la liturgia 4 y el desarrollo que se ha hecho del mismo, con lo que par- timos de un marco concreto y formal de comprensión 5 . 56 LA RELIGIOSIDAD POPULAR EN LOS ESCRITOS DE... 2 Id., Entre la Vespra y la Festa , Elche 1998, p. 8. 3 Cf. R. Berzosa, “Religiosidad popular”, en R. Calvo, Diccionario del animador pastoral , Bur- gos 2005, pp. 773-778. 4 Directorio sobre la piedad popular y la liturgia. Principios y orientaciones , Roma 2002. 5 Acerca del Directorio , cf. J. López Martín, “El Directorio sobre la piedad popular y la liturgia”, en J. A. Ramos Guerreira – M. A. Pena González – F. Rodríguez Pascual (eds.), La religiosidad popular. Riqueza, discernimiento y retos , Salamanca 2004, pp. 177-196; I. M. Calabuig, “Criteri ispiratori del ‘Diret- torio su pietà popolare e liturgia’”, en Rivista Liturgica 89 (2002) pp. 916-917; C. Maggioni, “Cosa signifi- ca ‘educare alla pietà popolare’ a partir da ‘Sacrosanctum Concilium’ 13”, en Rivista Liturgica 89 (2002) pp.

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