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la formación en lo que ella misma celebra y vive. Aquí es preciso que los pastoralistas asuman el reto de desarrollar una pedagogía adecuada que pilote en la misma cultura popular, superando los miedos y prejuicios existentes. Una vez más se manifiesta la necesidad de llevar el mensaje de salvación a todos los hombres, y no sólo a grupos selectos o más cua- lificados... d. Acompañar para celebrar . Llevando a la religiosidad popular a la cele- bración litúrgica y, desde la autenticidad de la celebración litúrgica trans- formar la religiosidad popular. Es la dimensión que tiene unas conse- cuencias más visibles, puesto “que lleva al que celebra a vivir más allá de la celebración, en la vida personal y social, de acuerdo con aquello que ha celebrado y convirtiendo su vida en aquello que le ha alimentado” 25 . No cabe duda que este es un aspecto esencial, ya que muchas manifesta- ciones de la religiosidad popular están acompañadas o forman parte de las acciones litúrgicas, por lo que, además, los imperativos de toda pas- toral: participación, significación y celebración han de ser también abor- dados con detenimiento 26 . La liturgia de la Iglesia, siendo la plenitud de la oración creyente, no impide ni agota la existencia y cuidado de otras formas oracionales que pueden estar más acordes con la situación de fe de aquellos que participan en la religiosidad popular. La pastoral ha de procurar también el acompañamiento y desarrollo de estas formas varia- das y posibles. La conjunción de estas cuatro direcciones permitirá que el necesario dis- cernimiento entre religiosidad popular y acción litúrgica se mantenga en el debi- do equilibrio. La liturgia, así podrá estar en la necesaria disposición para con- vertirse en eficaz catequesis en los misterios que celebra. Por su parte, la religiosidad popular podrá enriquecer a la liturgia con su carácter festivo, los sig- nos del pueblo, la debida participación de todos los bautizados. Unido estrechamente a este aspecto, se encuentra el de la estrecha relación con la vida en su conjunto, a la que nos hemos referido en determinados momen- tos, por lo que es necesario ayudar a que la religiosidad popular se encuentre anclada en acciones puntuales, de tal suerte que camine hacia la consolidación de verdaderas estructuras pastorales abriendo el horizonte de posibilidades: la cofradía así podrá convertirse en algo más que una simple procesión en un momento del año litúrgico; los bienes estarán en función de la caridad y las nece- sidades concretas, y no exclusivamente dirigido hacia fines internos; y la visión MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ 69 25 J. A. Ramos Guerreira, Teología pastoral , p. 427. 26 Cf. Ib ., pp. 429-433.

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