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a. Acompañar para integrar . Recuperando así los lazos existentes entre la religiosidad popular y la vida de la Iglesia, de tal suerte que sea posible plasmar más transparentemente la participación en la misión evangeliza- dora. Al mismo tiempo que se camina en esa progresión, también es posi- ble dar el salto de lo parcial y concreto a lo global y comunitario, entran- do a formar parte de manera más consciente y comprometida en la vida eclesial. Esto se puede mostrar más vivamente participando y colaboran- do en los esquemas o programaciones parroquiales o diocesanos de acción pastoral 24 . No cabe duda que esta integración ha de ser progresi- va y procesual, y no será posible si no viene acompañada de los otros ele- mentos que enmarcan ese discernimiento. b. Acompañar para comprometer . Este segundo elemento es crucial en la vida creyente, lo que supone ya una asunción personal. No es posible que exista una verdadera comunión si ésta no va acompañada de la necesaria coherencia entre vida y religiosidad popular. Ese compromiso supone no sólo la asunción de unas prácticas ritualistas, sino que implica también una verdadera celebración (cf. Mt 5,24), enmarcada por sinceras actitudes cre- yentes. El ámbito de la caridad sigue siendo el más propicio para hacer veraz este discernimiento que, nuevamente podrá optar por comprometer- se en las acciones ya amparadas por la Iglesia, o también optar por res- ponder de manera personal a alguna de las situaciones de sufrimiento y dolor que aquejan a nuestro mundo de diversas y acuciantes maneras. c. Acompañar para formar . La asunción del concepto de formación perma- nente en los contextos eclesiales, ha supuesto el entender con mayor cla- ridad que nuestra vida, hasta el último día ha de estar en constante apren- dizaje, al mismo tiempo que se proyecta como un modelo de vida y comportamiento creyente también para otros. Teniendo este principio fundamental asentado, la religiosidad popular ha de caminar también hacia el crecimiento en la fe de todos sus miembros. En este sentido, es preciso recordar que nos estamos refiriendo a los dos grupos fundamen- tales que se mueven en torno a la religiosidad popular: los que colabora- ran activamente en su promoción y proyección y, en segundo lugar, aque- llos que aparecen más como espectadores. Por lo mismo, si la religiosidad popular es rica en sus proyecciones también lo podrá ser en el mensaje que intenta recuperar, y en el que ha de formar a los hombres; 68 LA RELIGIOSIDAD POPULAR EN LOS ESCRITOS DE... nas sugerencia e ideas de A. Hidalgo Velasco, Hermandades y discernimiento evangélico , Sevilla 1996, pp. 29-34. 24 Cf. J. A. Ramos Guerreira, “Un caso peculiar de la religiosidad popular: la Semana Santa”, en J. R. Flecha Andrés – A. Galindo García – J. A. Ramos Guerreira – J. Ramos Domingo, La religiosidad popu- lar , Oviedo, 2002, pp. 113-115.

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