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do, donde parecen más importantes los elementos parciales que el mensaje que se quiere transmitir. Unido estrechamente a este riesgo, se encuentra el eterno debate popular entre sentimiento y razón, fruto constante de exaltaciones, que no permite tener una mirada coherente del hecho que se celebra, llegando incluso a comporta- mientos fanáticos, que podrían ser ejemplificados en infinidad de ocasiones. Por el contrario, el debido discernimiento nos permite conjugar ambas realidades descubriendo una verdadera fe en aquellos que se acercan buscando un aconte- cimiento, siendo capaces de trascenderlo hacia aquello que resulta fundamental en lenguaje de fe 17 . Así, “cuando esto se da, deja de importar el qué se celebra, se vive o se transmite, para poner toda la atención en el buen funcionamiento de los elementos culturales. Los adjetivos comienzan a ser más importantes que los sustantivos y el peligro de los fanatismos es tan acechante como real. Si hemos desterrado del horizonte del pensamiento los temas sustanciales, nada hay de extrañar en que los accidentales vengan a ocupar su lugar” 18 . 3.1. N ECESIDAD DE CONVERTIRSE La adecuada apertura a la conversión, elemento fundamental en la vida de la Iglesia, ha de posibilitar un crecimiento armónico de la religiosidad popular. Frente al debido discernimiento, también aquí nos encontramos con el peligro de cargar excesivamente las tintas sobre las prácticas penitenciales y rituales, inclu- so podríamos decir mágicas. Perdiendo así la clave fundamental de la gratuidad, corriendo el peligro de considerar que es el hombre por medio de sus esfuerzos y disciplinas el que logra o compra su propia salvación. De esta manera, el Dios trinitario deja de tener importancia y puede ser entendido como cualquier otra deidad, donde la gratuidad y la trascendencia de Dios dejan de ser fundamenta- les para la lectura y comprensión creyente de la realidad. En la misma línea, pero por defecto, la ausencia de lo penitencial y ritual, puede convertirse en un todo vale, donde el plano del compromiso personal no tiene ningún valor, olvidando que nuestra historia siempre cuenta, desgraciadamente, con elementos de peca- do, que han de ser purificados y transformados 19 . En este sentido, la absolutización de lo estético frente al contenido que ha de representar y del que ha de ser testimonio, corre el peligro de convertirse pre- cisamente en una experiencia religiosa carente y vacía de todo compromiso en la vida personal social. Es el riesgo nacido del protagonismo desmedido de la imagen, de lo visible, de lo externo, un desnivel tan hondo que no permite crear 66 LA RELIGIOSIDAD POPULAR EN LOS ESCRITOS DE... 17 Cf. Ib ., pp. 166-167. 18 Ib ., p. 167. 19 Cf. Id., “Imperativos pastorales de la identidad cristiana”, en Memoria 8 (2001) pp. 131-160.

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