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mentía y que el Dios que yo les predicaba no los había hecho a ellos sino el Sobo, que es un demonio llamado así por ellos, el cual dicen que anda vestido con camiseta como ellos y que este es su señor. Diablo es éste, que muchos no le han oído nombrar, sólo los viejos lo conocen porque como los moros, tienen más vivo el ingenio, no les descubren todos sus embustes porque no se rían de ellos y hasta que son ya mayores no se los enseñan todos, sino aquellos que son más aparentes. A este disparate añadieron uno diciendo que el topo había hecho la tierra y que es señor de ella. A otro diablo quieren también mucho, porque les enseñó a tocar unas flautas que parece música infernal, por su tristeza y melancolía, a quien ellos llaman camo ipe . A este diablo ofrecen ellos sacrificio en sus borracheras, en que usan de estos bailes y música quemando cacao y bebiendo su humo, y de este cacao usan los mojanes, y de tabaco para las curas de los enfermos, invocando al demonio y en estos bailes y música profesan ellos todos los embustes que les enseñó el demo- nio, porque diciendo los casnutures , que así llaman ellos a los toca- dores de las flautas, [¿]son verdaderas estas cosas? Responden todos los que andan en la danza, que suelen ser todos hombres y muje- res; claro está que lo son, y a este lomo otros muchos disparates dijeron, y luego, como les traté de la muerte, no pudiendo sufrirlo me amenazaron que si alguno de ellos se moría, que luego me habí- an de alancear. Y sucedió que al que me amenazó se le murió su madre dentro de pocos días y se la llevaron los diablos, por lo cual ni ha venido más a rezar ni me ha visto más. No se en que parará, porque ellos son traidores. Otro cuya mujer es mojan, tuvo la lanza que era de palma (f. 16r) silvestre y muy dura, tostada ya en el fuego para matarme. Otro, estos días, que es cristiano porque le reñí porque siendo casado había tomado otra mujer y sobrina suya, también me ha que- rido matar. Y en todos estos lances no he visto alguno que se pusie- se de mi parte, sino el divino favor de Dios Nuestro Señor, el cual como ve mi flaqueza y pusilanimidad, de tal suerte me quita el temor, que duermo tan seguro como si durmiera entre mis herma- nos en el convento sin cerrar puerta, ni tener defensa, dígolo para confusión mía, porque si yo fuera el que velo, Dios me dejara pele- ar con los temores como hizo al apóstol San Pablo. Y como los FR. ANTONIO DE OVIEDO: PREFECTO DE LA MISIÓN DEL DARIÉN 1043
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