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No se si llegará ésta, porque dos días antes que yo llegase se habían partido los galeones. Va en confianza de si topara en Portobelo alguna fragata que halle los galeones en Cartagena y así no puedo ser largo. Lo uno porque el tiempo no me da lugar, y lo otro porque Fr. Francisco de Pamplona habrá ya dado cuenta a vues- tra caridad de cosas. La carta del P. Fr. Francisco de Vallecas no ha llegado a mis manos, y así no se nada de la provincia más de lo que vuestra cari- dad me dice, y estoy admirado que no haya venido otra carta algu- na. Padre mío, si el señor presidente y oficiales reales estuvieran aquí ahora, diera cuenta de algunas resoluciones que se tomarán, pero están en Portobelo, [a] 18 leguas de aquí, porque los padres dominicos están muy sentidos de nuestra entrada en Darién, y pien- so que pondrán instancias en [el] Consejo, y ahora lo estarán más algunos (no todos, porque no todos son de un espíritu). Porque hemos visto el fruto que está hecho en la provincia en doce años, y halla muy ser la mía grande. Gasta el Rey su dinero y sin provecho, porque no parece que hay noticia de Dios, aunque hay muchos bau- tizados piden los pobres quien los doctrine, y no hay quien lo haga. A nosotros nos encaminaron a [una] parte donde no hay gente, con límite de que no pasásemos un cerro o cordillera que mira a este Mar del Sur en que hay mucha gente sin remedio, sólo porque que los padres dicen que lo tienen por el Rey, y que la cédula que nos- otros trajimos manda entremos por diferente parte [de] donde ellos están, con lo cual los pobres están sin doctrina y sin remedio, y nos- otros no tenemos quehacer, porque la gente que había en nuestra parte es poca y uno basta para ella. Lo que trabajamos gracias al Señor se luce, pues es cierto sabe más el que menos sabe que el que más de estos otros, porque les enseñamos en castellano y en la len- gua materna, en que les he traducido las oraciones principales (f. 94v) y el catecismo con que son instruidos muy bien; y Dios ha dado suficiencia, que con lo poco que se nos alcanza de la lengua, lo hemos puesto con bien poca ayuda de intérprete, que en esta parte no sabe nada. He bautizado algunos niños hasta 46 de ellos y el P. Fr. Francisco otros 30 y tantos, y a los adultos no les doy el bautismo porque hasta que estén bien instruidos no es justo. 1038 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ
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