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muchos días en que yo me mostré sentido, y el hacerla fue decir que allí lo tenía todo, pero de tal suerte están así [los] dos, que sienten les quiten la más mínima cosa, y ahora lleva el P. Lorenzo muchas cosas, porque dice que se las dieron con reservación de dominio, y con tal condición que sólo él usase de ellas. Vuestra caridad mire lo que pasa. El P. Francisco diciéndome iba a ver [a] unos enfermos, y sacán- dome por medio del P. Lorenzo el recaudo de decir misa, se fue a otras partes sin orden mía. Según el P. Lorenzo me escribió y que quería hacer nuevas poblaciones pagando a indios que le acompa- ñen y lleven el hato. Yo le ordené al P. Lorenzo no le diese vino, ni harina, ni hostias, ni el baúl en que había recogido algunas cosas cuando lo enviase a pedir. En este estado, padre mío, están las cosas de estos padres, y así envío a Roma al Hno. Fr. Francisco para que negocie lo necesario, porque de otra suerte es imposible el gober- nar esto. Y sírvase vuestra caridad de que los que hubieren de venir a obra tan santa sean los que conviene, que más quiero estarme solo con el P. Basilio, que con muchos y mal avenidos. (f. 90v) Y confío en el Señor haré mucho más fruto, que no está la dicha en ser muchos, sino en que sean buenos y a propósito. Y saque vuestra caridad del Consejo orden, para que la Audiencia no se meta con nosotros en manera alguna, en cuanto a remover ni apartar de la obediencia de los superiores que como hay tantas inco- modidades en las misiones y tantos trabajos y la naturaleza ve que su comodidad fácilmente pervierte los buenos propósitos, y no hallando ayuda para irse en los superiores recurren a donde quieren aunque no puedan. Y así suplico a vuestra caridad haga todas las diligencias, pues puede tomar de esta licencia del P. Lorenzo moti- vo y de las causas que le doy para proponerlo lícita y honestamen- te, y juntamente si Fr. Francisco no pasase por ahí escriba vuestra caridad al P. Procurador de Corte, solicite el negocio y haga de su parte lo que pudiere, y como he dicho no se tome en la boca Sacra Congregación, que no se hará nada. Sólo el Pontífice es el que lo ha de remediar y el Rey. El Pontífice revocando todos los privilegios concedidos a los misioneros, y concediéndoselos sólo por medio de los superiores de las misiones, y el Rey dando orden de que no se entrometa la Audiencia con los misioneros. Y porque pienso que los dominicos pondrán pleito en [el] Consejo, vuestra caridad esté a la 1036 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ

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