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verse y ojalá lo hubiera hecho. Al P. Fr. Francisco le hizo cosquillas el ir a caballo desde Portobelo a Panamá, y estuvo muchos días por- fiando en eso. Es un paso muy deshonesto y que todos los que pasen, es menester vestirse de lienzo para pasar los ríos, porque muy de ordinario pasan las mulas nadando, y se camina mucha tie- rra por agua. Nosotros teníamos determinado ir por el río Chagre, que aunque es al doble el camino, al fin se va por agua embarca- dos y se lleva cualquiera cosa con más facilidad como se hizo, y sólo se caminan siete leguas por tierra. Vio su resolución un padre maestro de los agustinos, y signifícole lo mal que parecía el apar- tarse de los demás y el escándalo que daría el irse solo a caballo cuando los otros iban por agua, con que se rindió y no le hizo mal el mar, de más que para venir a este puesto era fuerza o quedarse o pasar mucho mar, como lo hizo después. Al fin llegamos a Panamá, a donde hallamos que el Consejo de Indias había enviado una cédula real a la Audiencia, para que si mostrásemos algunos recaudos de orden de la Congregación de Propaganda Fide los recogiesen, con que conocí ser aviso del Espíritu Santo, el no haber yo manifestado la segunda obediencia que vuestra caridad me envió para que se deshiciera la misión, como la sal en el agua; y un oidor devoto me dijo que no tomase en la boca cosa de la Congregación porque saldría muy mal. Y de esta cédula hicieron mucho misterio los padres dominicos, y si los dos compañeros supieran que yo traía tal patente, no lo afirmo de todo punto pero téngolo por muy verosímil, que dieran cuenta y que menos me obedecieran, porque como aquí no se hace caso de la Congregación ni se le quiere obedecer, ellos se valdrían de eso y todo se deshiciera. Y así solo me valgo de la primera obediencia y de las gracias del Pontífice, que son inmediatamente suyas y des- pachadas por la Universal Inquisición de Roma, que éstas remitió el Consejo originales y en ellas el nombre del prefecto, solamente que el título ya estaba puesto, y así vuestra caridad no remita obedien- cia ninguna con título de prefecto porque no hará nada. Yo en toda ocasión con los primeros despachos me valgo y valdré. Llegados a Panamá tuvo el P. Lorenzo las mismas veleidades de volverse y, en conclusión, por decirlo junto con todos los lugares y sitios donde hemos puesto el pie en tierra lo ha tenido, y en todas decía que se podía volver cómo y cuándo quisiese hasta que llega- FR. ANTONIO DE OVIEDO: PREFECTO DE LA MISIÓN DEL DARIÉN 1033

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