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y Cartagena esta bien que estos tengan paz porque destruían las alquerías de Panamá y mataban mucha gente de los padres [predi]cadores de Cartagena y a muchas compañías de soldados, que en ocasiones han venido para conquistarles los han muerto, de suerte que son los indios más temidos que hay en todos estos para- jes. La tierra es fragosísima así de las cuestas como de la espesura de los árboles y broza que nace, caminos ningunos y los que hay son como de conejo. No aran ni cultivan la tierra, sólo para sem- brar maíz, plátanos, yucas y otras semillas cortan el monte y le siembran sin más beneficio y no sirve esto más de para una siem- bra. Pan no le hay ni le conocen, vino tampoco; y así de harina y vino para las misas nos proveen de Panamá, que está cien leguas de aquí, y las 34 por tierra cual he dicho, aunque parece vuestra caridad considerar cuánto trabajo padeceríamos en andar. Las cabal- gaduras no las conocen ni las hay, ni hay otros animales domésti- cos que perros que les sirven para sus cazas, que es la carne que comen. Gallinas crían, pero aún nos las comen muchos. Su ajuar es lo que la naturaleza no puede excusar, que es una hamaca de algo- dón o hierba para dormir, arco y flechas y lanza, y unas ollas que hacen las mujeres para cocinar, y cuentas de abalorio son su teso- ro. No estiman oro ni plata, sólo unas pasenas que traen en las nari- ces los hombres, y un arquillo de hilo de plata o oro con que se engalanan. Son de poco talento, aunque no tampoco que no le ten- gan para sus cosas y para conocer lo bueno si se lo proponen, si bien en doce años que ha que los padres dominicos que tienen estas poblaciones, poco afecto han mostrado a la fe. No tienen ido- latrías, pero son de aquellos que es necesario enseñarlos primero a ser hombres que cristianos, y así están los que los padres han bau- tizado, tan gentiles y bárbaros como los otros, y ellos lo confiesan. Y cierto que en lo poco que ha que estamos aquí, solos tienen más noticia de Dios los que aquí han llegado que todos los otros. Mucho agasajo nos muestran ahora [que] se van juntando; el irlos a buscar a sus casas es cosa imposible porque ni hay camino, ni para los caminos que hay, y ellos como he dicho están muy divididos unos de otros, a las orillas de los ríos que son muchos y rápidos, sin puentes y malos vados. Confío en el Señor que hemos de ver buen logro. Yo hice catecismo en preguntas y respuestas en su lengua, FR. ANTONIO DE OVIEDO: PREFECTO DE LA MISIÓN DEL DARIÉN 1029

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