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la misión no hay que reparar en que las cosas sean de esta calidad o de aquella, y uno de tal suerte se turbó que dijo que no quería porque lo tenía con licencia de los superiores, y que de unas cosas tenía el dominio el dante o dantes, y todo esto aunque saben que traigo toda la autoridad de vuestra caridad, y que conforme a la bula de Adriano VI, es tanta cuanta la del General y aún Sumo Pontífice, excepto algunas cosas y que este usen al General y Capítulo General, porque dicen que no se guarda lo que la bula dis- pone, como si el Pontífice no pudiera disponer en parte o en todo lo que convenga. Dejo de contar a vuestra caridad mil cosillas que pudiera, como son el tener recurso al Rey para el sustento, el tener aderezo de decir misa, desean los hostiarios de plata sobre dorado, crismeras de plata. Y viendo que ni se hace caso de la autoridad que tengo, ni de la que vuestra caridad me ha dado, ni de la de la Congregación cuyas declaraciones tengo auténticas en esta materia, porque dicen que la Congregación no tiene que ver aquí, hanme obligado a acu- dir al Procurador de Corte y al Sumo Pontífice para que lo remedie, y así remito allá al Hno. Fr. Francisco el cual demás de mi licencia, lleva la del P. General. Vuestra caridad haga lo que pueda para el remedio escribiendo lo que convenga y a quien convenga. El P. Fr. Basilio es muy hombre de bien y muy ajustado a la razón, quien más me da en que entender y más inquieto anda, sin causa alguna, es el P. Lorenzo que ya se quiere volver, y de todos los puertos y lugares donde hemos estado, ha tenido esta veleidad. Duélele el no haber salido prefecto en lo que muestra. He procurado hacer con él cuanto me ha sido posible, tanto que se admiraban los que lo veían. Esto digo para gloria del Señor, a quien suplico me guarde a vuestra caridad, en cuyas oraciones y en las de esa santa provincia me encomiendo. La necesidad que tengo de sujetos y a vuestra caridad por la que le he dicho la ve y no harán daño lego. Algunos que sepan algo de enfermería, porque aquí no hay sino mirar al cielo en cayendo malos. Y suplico a vuestra caridad por las entrañas de Jesucristo que cuando se enviase a misión, se mire bien a quién se envía. A este paraje se ha de venir por Cartagena, porque se ataja muchísi- mo camino, que allí aunque se detengan algunos días, al cabo habrá modo para venir a todos muchísimos recaudos, aun no les he 1026 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ

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