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Panamá; prométennos los oficiales reales mucho favor y será menester para la entrada. Y no dejara de hacer falta el Presidente don Francisco de Vega Bazán, que es ya revuelto, porque el domi- nico que está en las entradas del Darién, está muy unido con uno que habita (f. 21r) allí, natural del Puerto de Santa María, muy que- rido de los indios, y toda la unión se funda en intereses. Aquí topa- mos un dominico, que sabiendo nuestra ida, no le hizo buen estomago y habló algo más diciendo, que veníamos con nuestras manos atadas a llevar la gloria de lo que ellos tenían trabajado, y que el Darién estaba convertido, pero no faltó alguno que sabía la verdad y que le dijo que nosotros habíamos de dar cuenta al Rey de lo que hubiese, no obstante que ya Su Majestad lo sabía, como lo daba a entender en su cédula real, con que se retractó y vino a confesar que lo que todos dicen, que hay mucho interés en el que está allí, y poco provecho en las almas. Y esto nos dijo un hombre de bien en Cartagena, y que conoció la persona con quien dicho padre tenía trato, y a quien remitía el otro, y que vivía allí en Cartagena. Con todo confío en el Señor, hemos de tener buena entrada, y cuando por allí no la hubiéramos, seguramente la tendríamos por Urabá, aunque los religiosos que están allí fueran de otra Religión, porque del señor Nuncio, por orden de la Sacra Congregación, tengo obediencia para ir (no pudiendo entrar en Darién), a otra cualquier parte donde no haya misión señalada por la Sacra Congregación, de más que siendo religiosos nuestros, no sólo no hay peligro de contienda, antes con encarecimiento me pidieron entrase para aquella provincia de Urabá, a que se inclinó mucho el P. Fr. Lorenzo, y porque sin determinar nada hubo mucha pesa- dumbre con el Hno. Fr. Francisco, sin que ni para qué. Y digo a vuestra caridad padre de mi alma, que me dio Dios dos armas sumamente pesadas: la una esta que digo, que con todos nese dares y tomares, que hasta ahora por conservar paz, no he ido más de un palmo, tanto que el padre Lorenzo, que le tenía hasta ahora por el Espíritu Santo de esta misión, habiendo topado con él sin que supiese yo nada, me vino a decir que sólo yo fuese el prefecto. Y ésta es la otra norma, porque tiene más vueltas que una veleta. Aquí, por el tope con Fr. Francisco, me dijo se quería volver, que le diese sus trastos, y tantas veces en Sevilla y en Cádiz estuvo en FR. ANTONIO DE OVIEDO: PREFECTO DE LA MISIÓN DEL DARIÉN 1019

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