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eran espías del rey de España; para atraer a su servicio los ánimos, prendieron al prefecto que iba a darles cuenta de la misión y al Hno. Fr. Miguel de Granada y a otro religioso, estos estarán ya en Lisboa. El P. Fr. Serafín y Antonio de Jimena se quedaron allá y vinieron nueve. Los reyes negros les decían que se metiesen tierra adentro, que ellos los defenderían. Los religiosos desconfiados de la conversión de los reyes y demás gentiles y por muchas enferme- dades, no les pareció conveniente el quedarse allí. Si hicieron bien, déjolo a la pía consideración. Tienen en Cartagena su hospicio, pienso le dejarán porque de los que están allí que es el P. Gaspar de Sevilla, P. Fr. Francisco de Sevilla y Hno. Andrés de Sevilla están malos y mucho; y otro padre Fr. Francisco de Vergara, está muy viejo y con poca salud. Si bien tienen afición al hospicio para la ocasión que puede ofrecer de curar los enfermos misioneros; yo les persuadí lo dejasen, porque no es posible que los enfermos se puedan ir a curar allí estando tan lejos y pocas comodidades de embarcación y caminar por tierra no es para enfermos. Demás que era mejor tener convento que hospi- cio para la disciplina regular y otros accidentes necesarios a Religión, pero tampoco el tenerlo lo juzgo por conveniente, porque todos los cuerdos y deseosos del servicio de Dios, dicen que no es la India, y menos la provincia del Perú para la verdadera obser- vancia; y en Cartagena topé dos religiosos recoletos de Nuestro Padre San Francisco, al parecer muy buenos religiosos, y me dije- ron se iban a España a buscar un poco de espíritu, y me pregunta- ron que a dónde se podrían ir. A que les respondí que según lo que tenía noticia, se fuesen a la recolección de la provincia de la Concepción de Valladolid. Esto digo para que vuestra caridad infor- me a nuestro P. General, pena que acá todo es dinero y camisas y que a los recoletos, desde novicios se las dan, por causa del clima, o calor; descalzos andan pocos o casi ninguno. A Cartagena llegamos con salud, gracias al Señor y con prós- pero viaje, en 50 días, habiendo salido de Cádiz a los 17 de octu- bre. Allí fuimos muy bien recibidos y regalados del P. Fr. Gaspar y sus compañeros, y nos dio algunas cosas [de las] que teníamos necesidad, si bien nos faltan muchas por los caprichos del Hno. Fr. Francisco. De allí llegamos a Portobelo en 50 horas, cosa que nin- guno de los que ahora navegan ha visto. De aquí partiremos a 1018 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ
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