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868 JOAQUÍN LUIS ORTEGA La peculiaridad de mi cometido de hoy entre Uds. puede ser que no se trata –entiendo yo– de una conferencia más, con el desa- rrollo obligado de un tema de altura teológica o de profundidad cien- tífica. Vengo como mensajero de algo que yo llamaría “una operación medio cultural y medio benéfica” que consiste en la entrega oficial a la Biblioteca de San Juan de Letrán de una muy estimable porción de la Biblioteca de Autores Cristianos. Es una misión que –¡perdonen la petulancia!– me hace sentirme en estos momentos como si fuera un Rey Mago que viene a depositar en esta benemérita Institución un buen legado de libros que suponen lo mejor de lo que la BAC ha venido ofreciendo, en los 62 años de su existencia, a la fe católica, a la cultura cristiana universal y a su vastísima literatura de habla his- pana. Como no quisiera que mi función de mensajero resultara desor- bitada o no fuera rectamente entendida, permítaseme anticipar algu- nas precisiones. Por una parte, he de adelantar que no es propiamente la BAC la que envía este regalo a la Biblioteca de San Juan de Letrán. El favor y la gracia se deben a la propia Conferencia Episcopal Española y, en concreto, a su “Fondo para la Nueva Evangelización” que, cuando hay causa o méritos suficientes, envía a su cargo este copioso regalo de libros de la BAC. ¿Cuál ha sido, entonces, el papel de la Dirección de la BAC en este caso? Ni más ni menos que gestionar la tramitación y recomendarle vivamente a la Conferencia Episcopal Española la concesión –por méritos más que sobrados– de este suculento lote de libros a vuestro Centro y a nuestra Aula. Si de gratitud se tratara, sería la C.E.E. la que los mereciere y, dentro de ella, el secretario del citado “fondo”, el presbítero José Antonio Martínez García, que bien hubiera deseado hacer hoy y aquí de verdadero Rey Mago. Otras ocupacio- nes coincidentes no se lo han permitido. Una segunda puntualización. Mientras estos libros volaban hacia Cuba, yo, personalmente, dejé de ser el Director de la BAC. Tras 15 años en el cargo, al verme en el gozoso trance de tener que celebrar en Roma (el pasado 19 de marzo) las Bodas de Oro sacerdotales, y al caerme ya sobre la testa los 73 años de vida, me parecía que era lle- gado el momento de hacer “mutis por el foro” y dar paso a una nueva fase en la ya larga caminata de la BAC. No hará falta decir que puse toda el alma en la consecución de este donativo y que considero este
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