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EL IMPRESCINDIBLE PAN DE LA CULTURA CATÓLICA 867 rencias. No estoy yo acostumbrado a holgar “bajo las palmeras”. Lo haría, en todo caso, bajo los álamos o los enebros, a cuya sombra no suelen precisarse los abanicos. Por otra parte, no hubiera sabido qué hacer con las revoleras, que me suenan a ritmos desconocidos. En cambio, he tenido la fortuna de que en La Habana, a la som- bra del P. Manuel Uña, se me hayan abierto las puertas de esta casa y, con ello, los brazos y el corazón de muchos amigos. Estoy seguro de que, en estos días, saborearé con ellos las ricas revoleras de la amistad. Hoy comparezco ante Uds. con una encomienda que no sé si sabré ejecutar cumplidamente. Se trata de clausurar, con mi inter- vención, el ciclo de conferencias que el Aula “Fray Bartolomé de las Casas” ha venido desarrollando, a caballo entre el 2005 y el 2006, bajo el hermoso y atractivo titulo de “Seguimos caminando, entre el pasado y el futuro”. Desde luego, no se ha elegido para la clausura un oficiante del mismo rango del que, en el pasado octubre, tuvo la sesión de aper- tura. Entre Mons. Luigi Bonazzi y mi persona, corre, a favor suyo, una notable diferencia. Y sin embargo, la revolera de la amistad va a jugar aquí su benéfico papel, ya que Mons. Bonazzi, antes de ser lo que es hoy –Nuncio en Cuba de Su Santidad el Papa Benedicto XVI– fue un buen amigo mío mientras prestaba sus servicios en la Nunciatura de Madrid. El sabrá, por tanto, disculparme si mi cierre no alcanzara el nivel de su apertura. ¿Sabré yo “finiré in bellezza”, como suelen exigir los italianos en estos casos? Así mismo, me causan respeto la autoridad y la competencia de los conferenciantes que han ido sucediéndose en esta tribuna. El Historiador de la Ciudad de La Habana, por ejemplo. O nada menos que el Cardenal Arzobispo de La Habana. Pero también en esta lista ha sabido colarse la revolera de la amistad ya que, junto con la gra- titud, es el sentimiento que me une con otro de los ponentes, Mons. Carlos-Manuel de Céspedes García-Menocal, quien, aceptando un ruego mío, escribió ya hace años una valiosa biografía del P. Félix Varela, introduciendo así su doctrina y su memoria en el catálogo de la BAC. Su libro se titulaba “Pasión por Cuba y por la Iglesia”. Para la biografía que también merece Mons. Carlos-Manuel de Céspedes, recomendaría yo justamente el mismo título, si no fuera casi un imposible bibliográfico.
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