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864 LUIS FERNANDO FERNÁNDEZ mayor que para otros. Hay personas que no han podido elegir la profesión en la cual hubieran realizado su vocación; hay profesiones para las que no puede haber vocación, sino simplemente aceptación, con una libertad apenas formal; y hay, en fin, la vocación como sacri- ficio existencial, o sea, el desgarramiento entre el ser y el hacer. Sin embargo, este es un pasaje malogrado porque planteado ideas tan ricas las despacha sin ningún desarrollo diciendo, simplemente, que esos son casos que plantean problemas sociales o religiosos en los que no puede entrar en ese momento. Finalicemos nuestra exposición sobre la visión arangureniana de la vocación con unas ideas del último capítulo de «Experiencia de la vida», ensayo que originalmente hizo parte de una obra colectiva publicada bajo el mismo título en 1960 32 . Dice allí que la experiencia de la vida, como el êthos , se constituye sobre la base de una anticipa- ción imaginativa, de un proyecto que se va modificando una y otra vez y se va moldeando para ajustarlo a la realidad: “El proyecto tiene que estar, y está sin duda, sometido a la expe- riencia, pero, a la vez, hace posible y encauza esa experiencia […] El “proyecto” y la «vocación», formas de anticipación de la realidad, solamente pueden constituirse como tales, proyecto y vocación reales, en contacto efectivo y estrecho con esa misma realidad y a la luz de la procesual experiencia de la vida” 33 . La vocación, en definitiva, es «un êthos de fidelidad a sí mismo» 34 , que ha de tener los siguientes ingredientes: impulso intelectual, capa- cidad de escrutar la realidad, creatividad y experiencia de la vida para que la posibilite, la dirija y le de su último sentido. L UIS F ERNANDO F ERNÁNDEZ O CHOA Universidad Pontificia Bolivariana, Colombia 32 Cf. VV.AA ., Experiencia de la vida (Madrid 1960) 3 reimpresión, 1969; y (Madrid 1966) 2 reimpresión, 1969. 33 J.L.L. ARANGUREN, El buen talante , 652. 34 ID., La ética de Ortega , 518.

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