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LA VOCACIÓN: CONCIENCIA DEL SENTIDO UNITARIO… 863 es, hay que reconocer y servirse de lo que la naturaleza nos ofrece (aptitudes), hay que aprovechar las oportunidades (azar) y hay que articular y orientar, una y otra vez, los actos en la dirección de nues- tro proyecto fundamental. Esto da fe de la opción de Aranguren por la ética de la realidad o la responsabilidad 30 , ya que la vocación no consiste, para él en un místico llamado sino en una faena que se va realizando día tras día, acto tras acto, «en contacto con la realidad, tropezando con su resistencia» 31 . Casi al final de «Ética de la vocación» (1961) encontramos que, por desgracia, para algunos hombres la resistencia de la realidad es 30 Aranguren opta por la ética de la realidad (Wirklichkeitsethik) o de la res- ponsabilidad (Verantwortungsethik) , muy en la línea de Max Weber y desarrollada en nuestros días por personalidades como Lévinas, Jonas, Arendt y otros. La ética de la responsabilidad [ Verantwortungsethik ] o ética de la realidad [ Wirklichkeitsethik ] es la vía intermedia entre la ética de la intención [ Gesinnungsethik ] y la ética de los resultados [ Erfolgsethik ]. Obviamente optar por lo real en los tiempos que corren es adentrarse en un «laberinto de sombras» en el que hay que ir un tanto a tientas, aunque no completamente a ciegas, aprendiendo a moverse en el nuevo contexto, siempre móvil y cambiante, abierto, flexible y dialéctico. Escoger esta ética significa distanciarse de la «ética del deber» por considerar que el deber no puede fundar la moral porque se halla subordinado al ser y a la felicidad y por estar convencido de que lo que funda la moral es la experiencia , entendida a la manera de René Le Senne ( Le devoir ) quien, inspirado en un filosofar como el de Maine de Biran ( Journal intime de Maine de Biran , Influence de l’habitude sur la faculté de penser , Nouveaux essais d’antropologie , Nouvelles considérations sur la rapports du physique et du Morale de l’homme ) en lugar de centrarse en el deber como «dictado» o impe- rativo, prefiere ver surgir la moral del esfuerzo, la duda, la contradicción, el tanteo, la elección, la crisis y la previsión de la muerte. De este modo la moral más que cuestión de «reglas» lo es de praxis . Todavía más, es distanciarse de Santo Tomás de Aquino por considerar, en primer lugar, que no podemos descartar los bienes materiales, al estilo estoico, para enderezar todo nuestro razonamiento hacia lo tras- cendente, y, en segundo lugar, porque Dios no está extra animan : «La felicidad es nuestra propia perfección y nuestra perfección está en Dios; pero Dios no está fuera de nosotros: “ en él vivimos, nos movemos y somos ”». En última instancia, lo impor- tante para Aranguren es que mediante una ética de la realidad puede reconquis- tarse el sentido de «verdad o error moral», correspondiente tradicionalmente a una moral de la prudencia, y se saca la ética del confinamiento en la subjetividad, para hacerla objetiva, es decir, para institucionalizarla y así poder conquistar una ética social que operaría sobre los condicionamientos biológicos, psíquicos y psicosocia- les, sociológicos, económicos y políticos de la moral, para conseguir así, indirecta y eficazmente, que los hombres lleguen a ser éticamente mejores. 31 J.L.L. ARANGUREN, Remanso de Navidad y examen de fin de año , 163.

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