BCCAP000000000000065ELEC

LA VOCACIÓN: CONCIENCIA DEL SENTIDO UNITARIO… 859 pasan. Pronto se advierte que una misma aventura puede acontecer a dos hombres y, sin embargo, tener en la vida de uno y otro valores dis- tintos y hasta opuestos, ser para uno una delicia y para el otro un desas- tre. Lo que nos pasa, pues, depende para sus efectos vitales que es lo decisivo, de quien seamos cada uno. Nuestro ser radical, el proyecto de existencia en que consistimos, califica y da uno y otro valor a cuanto nos rodea. De donde resulta que el verdadero Destino es nuestro ser mismo. Lo que fundamentalmente nos pasa es el ser que somos”. Somos nuestro Destino, somos proyecto irremediable de una cierta existencia. En cada instante de la vida notamos si su realidad coincide o no con nuestro proyecto, y todo lo hacemos para darle cumplimiento 21 . Es seguro que el hombre tiene que hacer, nunca es seguro qué es lo que ha de hacer, por eso la perplejidad es inesquivable. La per- plejidad es el modo como se da en el hombre la conciencia de que ante él se levanta siempre un imperativo inexorable, el imperativo de tener que ser. Así llegamos al problema de la vocación . «Nuestra vocación oprime la circunstancia, como ensayando realizarse en esta. Pero esta responde poniendo condiciones a la vocación. Se trata, pues, de un dinamismo y lucha permanentes entre el contorno y nuestro yo necesario» 22 . Por este motivo vivir es descubrirme a mí mismo sumergido en un medio que me es extraño y me niega cons- tantemente y, no obstante, avanzar entre «cosas» (incluidos los otros hombres) favorables y adversas. El hombre tiene que descubrir el enigma circundante de que forma parte: comprender su mundo y descubrir cuál es su auténtico quehacer en él. Para ello tiene que pensar, hacer el ensayo de domi- nar su vida, de convertirse en señor de ella, de hacerla «suya», aunque siendo plenamente consciente de que nunca alcanzará a descifrar el enigma de la vida, que es insoluble. Ortega, muy en la línea de esta tesis, dice que «el pensamiento [es] el señorío esencial del hombre sobre sí» 23 , y que, precisamente, por haberlo ido perdiendo el hom- bre actual se ha ido infrahumanizando, que es tanto como desmora- 21 J. ORTEGA Y GASSET, “No ser hombre de partido”, en Obras completas IV, 77. 22 ID., “Prólogo a una edición de sus obras”, en Obras completas VI (Madrid 1964) 350. 23 Ib ., 352.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz