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858 LUIS FERNANDO FERNÁNDEZ de una vez por todas, para desempeñar una determinada «misión». Una dependencia tan estrecha de la religión en el joven Ortega no satisface a nuestro autor, para quien la vocación es una conquista, un camino que hay que recorrer día a día, al tanteo. Por eso dice: “A mi juicio, Ortega… no piensa suficientemente «en situación» su idea de la vocación; es decir, la vocación no es puesta en toda su rela- ción con la circunstancia. Sólo al hilo de la vida concreta de cada cual y de las sucesivas circunstancias, elecciones y actos que la van confi- gurando, que la van «comprometiendo», cobra perfil definido y cabal esa vocación que, considerada como «llamada» oída pasivamente, me parece harto abstracta” 19 . Esta apreciación debe ser matizada por cuanto Ortega supera la búsqueda de sus primeros años, cuando «calca» la idea de vocación del mundo religioso, y lo hace porque Heidegger influyó en él, ayu- dándole a comprender y a poseer su filosofía 20 . En el prólogo a una edición de sus obras (1932), en Espasa-Calpe, recuerda la conocida frase de su primer libro: «yo soy yo y mi circunstancia», y comenta que toda su obra es, por esencia y presencia, deliberadamente circunstan- cial, pues vivir es encontrarse forzado a existir en una circunstancia determinada. No hay vida en abstracto, cada cual existe náufrago en su circunstancia y en ella, quiera o no, tiene que bracear para mante- nerse a flote. Por eso, todo lo que hacemos lo hacemos con vistas a las circunstancias. Somos en una determinada circunstancia, y somos lo que hacemos, y para hacer hay que elegir, y elegir es elegirse a sí mismo, por eso somos nuestro quehacer . Pero no sólo tenemos que elegir, hay que acertar, hacer coincidir la libertad con la fatalidad, o sea, descubrir cuál es la propia y autén- tica necesidad, acertar consigo mismo y luego resolverse a serlo. De aquí que el hombre tenga «destino», porque destino es una fatalidad que se puede o no aceptar. Las siguientes líneas nos permitirán com- prender lo que entiende Ortega por destino: “Los antiguos usaban confusamente de un término cuyo verda- dero significado coincide con eso que he llamado proyecto vital: habla- ban del Destino y creían que consistía en las cosas que a una persona le 19 J.L.L. ARANGUREN, La ética de Ortega , 532. 20 Ib ., 519.

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