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LA VOCACIÓN: CONCIENCIA DEL SENTIDO UNITARIO… 855 Fuera de la fidelidad, se requiere que la vocación sea formulada de cara a la realidad, que sea realizable hic et nunc , por eso las voca- ciones que no cuentan con la historia, o bien por anacrónicas, o bien por anticipatorias, son irrealizables, por ejemplo, ya no podemos ser «caballeros andantes» ni todavía podemos ser pilotos de líneas inter- planetarias. La vocación se tiene que afirmar en la realidad, por dura que sea. Debe escuchar lo que el tiempo tiene que decir, estar atenta al kairós , a la oportunidad, porque cada afán tiene su hora, y cada persona –no sólo Cristo– su pléroma , su momento justo, su plenitud. La capacidad de oír la «llamada de la época», de estarla oyendo día a día, es lo que permite convertir una profesión en vocación personal o, en otras palabras, en ese modo personalísmo como vamos a cum- plir el oficio de hombre. Una idea que una y otra vez repite Aranguren es que la tarea moral consiste en llegar a ser lo que se puede ser con lo que se es, postulado que en La ética de Ortega (1958) encuentra su «traducción» al lenguaje de la vocación y el proyecto fundamental: «El hombre debe llegar a ser aquello que está llamado a ser, según su “vocación personal”» 12 . Esto aparece en un parágrafo llamado «Moral como deber o moral como perfección», cuyo eje central es una frase de Pín- daro: « Llega a ser el que eres » 13 , que se erige en el imperativo supremo de la ética orteguiana. La explicación de esto es que de la misma manera que cada cosa tiene su propio arquetipo de perfección estética, cada hombre tiene su propia ley de perfección ética, inscrita ónticamente en su ser, y consis- tente en la realización de su proyecto fundamental, vocación o misión. Desde luego, esa ley de perfección propia tiene que ser desvelada por cada uno, «no de golpe, sino al ir haciendo uno a uno, desgranando y engranando sucesivamente, los actos que componen la vida» 14 . Esto último es crucial en el pensamiento de Aranguren. En Pro- puestas morales (1967) repite que la vida no se hace de golpe, sino 12 ID., La ética de Ortega , Obras Completas 2 (Madrid 1994) 529. 13 Ib ., 529 (La cursiva es mía). Sobre esta frase puede verse además: J. ORTEGA Y GASSET, “Estética en el tranvía”, en Obras completas II (Madrid 1963) 38; ID., “La magia del ‘debe ser’”, en Obras completas III (Madrid 1957) 102; ID., “Por qué he escrito ‘El hombre a la defensiva’”, en Obras completas IV (Madrid 1966) 73. 14 J.L.L. ARANGUREN, Remanso de Navidad y examen de fin de año , 160.

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