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LA VOCACIÓN: CONCIENCIA DEL SENTIDO UNITARIO… 853 haciendo ( facere ) algo con las cosas; por eso es en la entrega a un quehacer como el hombre alcanza su perfección, y ésta no es nunca sólo cuestión personal 8 , so pena de degenerar en fariseísmo o esteti- cismo. Toda vocación interna o personal pasa necesariamente por la vocación externa o social. El cuidado de sí mismo va de la mano de la preocupación por los otros. Somos responsables no sólo de nuestro proyecto personal, sino también corresponsables de la perfección o imperfección de los demás en un doble sentido: en cuanto debemos respetar su vocación, y en tanto debemos proporcionarles los medios que estén a nuestro alcance para que puedan hacer realidad cumpli- damente dicho proyecto existencial. Las elecciones cotidianas, la prudencia, la realización efectiva del proyecto fundamental y la entrega personal y comunitaria a un quehacer son las cuatro características de la vocación en sentido ético, pero ésta también tiene una vertiente religiosa. Obviamente la dimensión sobrenatural de la vocación no anula el orden natural, ni se superpone a él, sino que lo penetra. Desde este supuesto, Arangu- ren adiciona otras cuatro características de la vocación o, mejor aún, del proyecto fundamental de la existencia : 1) La vocación religiosa, sin dejar de «considerar», oye una llamada ; 2) sin dejar de advertir la problematicidad de dicha llamada, la penetra de un saber cierto por- que es de fe; 3) más allá del riesgo de errar, descansa en la esperanza de ser aceptado por Dios; 4) la vocación ética es una búsqueda tan larga como la vida; pero cuando se es religioso dicha búsqueda se impregna de la quietud de la entrega, la confianza, el encuentro y el amor, es decir, el hombre religioso se sabe puesto en las manos de Dios. Allegando todas estas notas tenemos que vocación es elección y, más aun, fidelidad a esa elección, y toda elección es, de suyo, renun- 8 La ética es primariamente personal, porque es cada hombre quien, en cada momento de su vida, tiene que proyectar y decidir lo que va a hacer; quien tiene que preferir unos planes, y asumir libremente unas normas o modelos de comporta- miento si quiere que de veras su vida sea moral. Sin embargo, estas normas no son inventadas por cada uno a medida que necesita resolver una situación, sino que la sociedad en que se vive nos proporciona un conjunto de saberes prácticos, patrones de existencia y de comportamiento o mores , que nos permiten irnos haciendo. Cf. J.L.L. ARANGUREN, Ética y Política , Obras Completas 3 (Madrid 1995) 31-36.
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