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852 LUIS FERNANDO FERNÁNDEZ en muy escasas oportunidades al hombre le es revelado lo que debe ser; pero en el resto de los casos el porvenir es opaco e impenetra- ble. A no ser que se trate de un profeta, nadie puede prever el futuro y conocer su destino de antemano. Por eso «la palabra “vocación”, tomada al pie de la letra, es engañosa. En el plano natural no hay “llamada” a priori , quietamente oída. La vocación se va forjando en la realidad, en la praxis con ella» 5 . El proyecto fundamental de la exis- tencia es muy poca cosa a priori ; necesita ser articulado, a nuestro modo, a través de la vida, es decir, en , frente y con la realidad cam- biante de cada día. Por ese motivo, las vocaciones, o mejor los proyectos fundamen- tales, forjados a espaldas de la realidad o prematuramente son vanos. Únicamente en las circunstancias concretas se puede determinar lo que el hombre debe ser y hacer. De ahí que el sentido de nuestra praxis sólo se desvela con el tiempo, sabiendo escuchar lo que «el tiempo dirá», en el momento debido ( kairós ), ni antes ni después. «Este don de saber: a) preguntar la realidad, b) escuchar su respuesta, y c) seguir lo que nos ha respondido, nos lo otorga la prudencia » 6 . Prudente es el que sabe «ver» lo que debe hacer y lo hace, no el que «se toma su tiempo» para que sean los acontecimientos mismos los que impongan una decisión, de manera que él se pueda excusar de decidir. En otras palabras, prudente no es el incapaz de tomar una decisión, sino el que sabe comprometerse. Comprometerse, comprometer la vida, es lo propio de la voca- ción, y ésta se determina de acuerdo con las cuatro características siguientes: 1) Nunca se da configurada de antemano, son nuestras elecciones las que la van definiendo; 2) Siempre es problemática, en cuanto no depende sólo de nuestras buenas intenciones sino tam- bién de nuestra prudencia; 3) No consiste simplemente en proyectar adecuadamente , sino en realizar cumplidamente nuestro proyecto fundamental 7 ; 4) Se llega a ser ( agere ) lo que se quiere y se debe ser, 5 J.L.L. ARANGUREN, Ética , 469. 6 Ib ., 470 (La cursiva es mía). 7 Ortega dice que «la vida es constitutivamente un drama, porque es siempre una lucha frenética por conseguir ser de hecho lo que somos en proyecto». Cf. J. ORTEGA Y GASSET, “No ser hombre de partido”, en Obras completas IV (Madrid 1966) 77.
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