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DIOS, GRACIA Y JUSTICIA 715 “serán como dioses” (Gn 3,5), sino humanos (Flp 2,7) y hermanos (Mt 23,8). No es una opción exclusiva sino universal, más allá del capillismo de las religiones, en fidelidad a Jesucristo que nos mandó el amor mutuo (Jn 13,34) sin excluir a los enemigos: “Amen a sus enemigos y rueguen por los que les persiguen, para que sean hijos del Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos” (Mt 5,44-45). Es justicia, pero la justicia también es misericordia, y la mise- ricordia es gracia. “Y si es por gracia, ya no lo es por las obras; de otro modo, la gracia no sería ya gracia” (Rm 11,6). Porque es gracia, es mística, una mística que reclama la ascética de la corresponden- cia, de la justicia, de la gratuidad. “Curen enfermos, resuciten muer- tos, purifiquen leprosos, expulsen demonios. Gratis lo recibieron, denlo gratis. No se procuren oro, ni plata, ni calderilla en sus fajas; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; por- que el obrero merece su sustento” (Mt 10,8-10). Al principio fue la gracia. “Por la gracia de Dios soy lo que soy” (1 Co 15,10). ¡Ojalá que nuestra vida sea gracia y justicia, honestidad y fidelidad, vida y verdad, respeto a todo ser viviente y a la natura- leza que nos rodea. “La gracia de Dios no ha sido estéril en mí” (1 Co 15,10). Y al final será un mundo nuevo (Ap 21,5) “para que Dios sea todo en todo” (1 Co 15,28). Se acabó la muerte, el llanto, los gritos y fatigas, porque el mundo viejo ha pasado (Ap 21,4). “Que la gracia del Señor Jesús sea con todos. ¡Amén!” (Ap 22,21). C ARLOS B AZARRA Instituto Teológico de Religiosos Caracas

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