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MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ R. I ., 2001, n.º 223 704 que ni siquiera tiene una obligación concreta. Esto hace que su relación lejos de tener un carácter más oficial, en razón del ministerio, sea un documento profético de la realidad concreta que los misioneros, como hombres sensibilizados por el Evangelio, descubren en las Indias. Su argumentación, aunque breve en esta ocasión, no ofrece fisura alguna. Parte del argumento que podía dar más solidez a lo expuesto, la referencia a la libertad justa de los indios por ser vasallos del rey católico. Argumento éste que no ofrecía dudas y que se remontaba a Isabel la Católica, cuando Colón llega con los primeros indios americanos y la reina los reconoce como vasallos suyos, algo que posteriormente mandará velar y defender su testamento 9 . Francisco José de Jaca era consciente que este argumento no lo podía aducir, en referencia a los bozales, puesto que éstos no eran vasallos del rey de España. Por lo mismo, cuando en su resolución, años más tarde, se refiere a los negros lo hace desde el argumento de cristianos y, por lo mismo, de hijos de la Iglesia 10 . El documento no deja de ser insólito, puesto que el capuchino se atreve a ad- vertir al monarca, solicitando de éste atención hacia la esclavitud de los indios, que no está siendo respetada como se debe. Después de los saludos acostumbra- dos, en los que el misionero se presenta y expresa sus intenciones, que no son otras que «manifestarle humildemente en mi pena mi sentir, motibado sólo de la charidad que aprieta mi coraçón, y le haçe compasiba fuerça, para sugetarle a la desnuda charidad». Lo que es lo mismo, su sorpresa y ofensa ante el trato a que son sometidos los indios. En el parágrafo siguiente muestra que está bien docu- mentado, pues tiene noticia de las diversas cédulas que se han expedido acerca de este particular antes de su carta, así como la fecha y contenido de las mismas. De ellas se colige que lo por él significado no era algo nuevo, sino que había ya sido reclamado por las autoridades civiles y eclesiásticas de aquella provincia. La intención de fondo estaba en precisar las condiciones y características de las en- comiendas, para que los encomenderos no siguieran abusando de los indios. Francisco José de Jaca distingue claramente entre lo que el rey ha dispuesto y lo que se realiza en la práctica en sus bastos dominios, con lo que evita entrar él personalmente en polémica y manifestar las dificultades existentes. Años des- pués, con relación a la esclavitud de los bozales, ya no estará tan preocupado por su situación personal, y enfrentando todas las consecuencias directas que pudie- ran derivar de su postura personal 11 . ———— 9 Cf. Carlos P EREYRA , Breve historia de América , Madrid, Aguilar, 1941, p. 256. 10 Cf. Francisco José de J ACA , «Resoluçión sobre la libertad de los negros y sus originarios, en estado de paganos y después ya christianos», AGI, Audiencia de Santo Domingo, leg. 527, f. 12v, n. 13. Aunque existe la publicación de López García no la utilizamos por considerar que su trans- cripción no es correcta, pues tiene muchas incorrecciones, lagunas y omisiones. 11 Cf Ibidem, ff. 15r-16r, nn. 20-23; F RANCISCO J OSÉ DE J ACA , «Carta de Francisco José de Ja- ca a Francisco de Sotolongo, Vicario General y Provisor eclesiástico de La Habana», AGI, Audien- cia de Santo Domingo, leg. 527, ff. 66r-67v.
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