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Excomunión por el Abad de Urdax La villa de Urdax y el lugar de Zugarramurdi son dos núcleos de po- blación nacidos y formados en tierras del monasterio premostratense de S. Salvador. Como «granjas» monacales funcionaron durante muchos años, bajo la total dependencia, civil y espiritual, de los canónigos norbertinos. Zugarramurdi consiguió una cierta autonomía por !a sentencia arbitral de García de Lizasoain, alcalde de Corte, el año 1443; pero bajo la jurisdicción alta y baja y el mero y mixto imperio de aquel señorío eclesiástico. A me- diados del siglo XVII viéronse libres, Urdax y Zugarramurdi, de aquella jurisdicción, civil y criminal, por decreto de la Corte y Consejo del Reino de Navarra. Urdax no obstante continuó como dominio predial del monasterio hasta el año de 1774, en que consiguió de Carlos 111 ser declarada villa por factoría. La jurisdicción cuasi episcopal que sobre ambas vecindades venía ejerciendo el abad de Urdax perduró, salvas algunas incidencias, hasta la desamortización del siglo XIX. Por eso el vicario parroquial, Agustín de Sanzberro, fulmina en nom- bre de su abad, la exccmunión contra los ladrones de dos vacas y sus encu- bridores. Agustín de Sanzberro, canónigo premostratense, natural de Echa- lar, estaba al frente de la parroquia de Urdax al menos desde 1789, puesto que en esa fecha extiende un acta matrimonial. En 1801, data de la excomu- nión, la comunidad norbertina, con su abad, D. Joaquín de Arbeloa, se ha- llaba refugiada en el santuario de Loyola, vacante desde la expulsión de !a Compañía de Jesús. La real clemencia de Carlos IV les había concedido aquel albergue, mando los bisoños de la Revolución francesa saquearon e incendiaron el monasterio de Urdax hasta dejarlo inhabitable, los días 13-14 de septiembre de 1793. No regresarán hasta noviembre de 1806, a petición de sus feligreses y de la Diputación de Navarra y por voluntad de su nuevo abad, D. Agustín de Sanzberro, previa consulta a sus religiosos. El texto que se transcribe es una minuta en que el vicario parroquial, dicho Agustín Sanzberro, había vertido al vascuence lo substancial del do- cumento que le remitiera su abad D. Joaquín de Arbeloa, natural de la vi- lla de Aibar. Uno y otro escritos puso a nuestra disposición el actual párroco de Ur- d a ~ , D. Justino Taberna, al que sinceramente agradecemos su gentileza.

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