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que han padecido: Jáuregui en la primera Junta y el Jurado Mathía de Vi- zarron en la del 8 de diciembre, se opusieron a la fundación sin haber con- vocado al pueblo ni haber dado noticia del asunto a los vecinos «como se dettermino en la Junta del Valle», tampoco se les comunicó a los otros otor- gantes «quienes an estado y estan conformes en que tenga efecto dicha fun- dazion~;una mujer, Estefania de Indartea, hace en el mismo documento, con mucha valentía, su descargo personal: ella también firmó el poder otor- gado para oponerse a la fundación, pero porque no le comunicaron para qué le pedían el nombre «y por haver sauido despues el fin para quese dio dho poder ace estta Declaracion y desde luego revoca dho poder para que no surta efecto y todos los dhos comparecientes para que conste en todos tiem- pos de lo referido.. . hicieron esta declaración» (fol. 471 ) . Esta acusación tan directa contra el escribano y el alcalde, no aparece denegada en ningún documento ni declaración de testigos. ¿Qué importancia tienen los escrúpulos sobre los votos de Errazu y Elvetea, junto a éste tan claro atropello de los derechos de los vecinos de Lecároz? INCIDENTES EN LA FUNDACION DEL HOSPICIO El Valle, entonces como ahora, se hallaba dividido en quarteles o parti- dos administrativos, y el quartel de Eljzondo constaba de Elizondo, Lecároz y Elvetea. Entre los servicios compartidos, estaba la enseñanza: había una sola escuela para los tres pueblos y ésta radicaba en Elizondo, donde tam- bién residía el maestro. A la sazón lo era Juan Joseph Morales y Valencia, natural de Enériz, de 40 años de edad, que residía como inquilino precisa- mente en el Palacio de Arrachea. A sus clases acudían los niños de los tres pueblos, por lo que percibía un salario compuesto de dos fracciones: 25 ducados le pagaba el Valle una cantidad acordada que parece ser de 30 du- cados le abonaban los Lugares. Los tres últimos años Elizondo se ahorraba su parte porque al maestro se le daban los réditos de una suma de dos mil ducados de plata que había dejado Sebastián de P. y Vergara con este fin. El día 25 de enero de 1729, Alejo de Urrutia, Jurado ese año de Eli- zondo, cita a su colega de Elvetea Nicolás de Amorena, para que convocando a sus vecinos «les explicase que si no trataba de revocar el poder otorgado en oposición, no serían admitidos los niños de Elvetea a la Escuela*. Esto lo hizo sin contar con el concejo de Elizondo, que poco después ratificó su actuación. Alejo envía un mensaje al maestro para que expulse a los niños, el maestro no se atreve, y Alexos, armado de cólera sacra, se presenta en la escuela y expulsa a los niños de Elvetea, excepto los hijos de Manuel Miguel de Urrutia «que se a explicado afecto y apasionado a la dha fundacion»; no se atreve con los de Lecároz. Elvetea envía un memorial pidiendo sea invali-

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