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Son muchos los testimonios que afirman la abundancia de frutos para el sustento, y sus enumeraciones amplían mucho el espectro alimenticio. Sólo citaremos alguno de los testimonios por su interés a su informa- ción. Además de los ya repetidamente mencionados trigo, maíz, mijo me- nudo, castañas manzanas «con que se hace la Cidra pura para vender y aguada para la manutención de' las casas» añaden el ganado vacuno, lanar y de cerda «de que se probee mucha parte de los vezinos de Pamplona y otros lugares, quesos bueyes y bacas de cuia espezie se probeen las carnizerias de este Valle en la maior parte del año, excepto algunas porciones de bacas, que suelen traer de la feria de Burguete y de'Francia» (fol. 408) . Relieve especial posee el testimonio de Juan de Mendinueta como «administrador de los quartos que son pertenecientes a la Casa Real de Ronces-Valles, pues en este Valle el de Bertizarana, Santisteban y el de Lerin que son contiguos a este; se cogeran ochenta mil robos de todo género de granos, sin contar 10 que perciven los padres del Combento de Urdax en su lugar y en el de Zugarramurdi» (fol. 409). Parece que la miseria no era tanta como preten- dían los pesimistas pues según Martín de Elizechea, elizondarra de 40 años, «en su tiempo no 11aze a memoria aya faltado cosa notable, antes si le consta que los mas de los años suelen sacar cantidades de trigo y maíz a fuera del Valle, como es a las Herrerias de Asuria y Echalar» (fol. 420) ; lo mismo dice el presbítero de Lecároz Juan Urrutia que no recuerda que haya habido necesidad, salvo un año «que perdio los frutos el yelo»; y añade un detalle muy significativo, que se vende fuera del valle trigo y maíz, y argumenta perfectamente que no son necesarios para los habitantes, pues de serlo, se impediría sacarlos como está establecido muy severamente en las Ordenan- zas. Otros testigos añaden las alubias, el centeno, el lino, el ganado caballar y el ganado menudo como fuentes de ingresos, sin olvidar el tráfico fronte- rizo por ser «el paso más común y frequentado para el Reyno de Francia» (fol. 443). En el capítulo XI de las Ordenanzas se prohíbe taxativamente toda exportación incluso a las zonas limítrofes hasta el punto de que si en algún caso los particulares no absorben el exceso, se compromete el valle a com- prarlo antes que dejarlo salir. Y sin embargo tenemos testimonios de que ocurría lo contrario. El rector de Almandoz se ve precisado a vender el trigo fuera por no poder venderlo en el Valle, y al Rector de Sumbilla, Francisco de Orderiz, le han comisionado varios rectores que se encargue de vender los excedentes de los diezmos «por no poderse valer de ellos a ningun precio en su Pais» (fol. 449) . Esto es indicio claro de que la necesidad no era tan extremada como se pretendía. Las truchas, anguilas y madrillas no eran desconocidas en los ríos y regatas del Valle y ya hemos visto cómo les fijan el precio; en las

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