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y con otros cincuenta ducados de la yglesia procuraría pagar el censal que debe la casa de esta testigo al dueño del Palacio de Vergara de cien ducados» (fl. 22) ; en su segunda declaración añade detalles referentes a los réditos, que no le serían urgidos por el rector sino que los trataría benignamente y además «se ofrecía a socorrerla en sus necesidades con la anega de trigo, mijo y maiz.. .»; la reacción del marido fue de entereza, «la testigo le hablo (al marido) y la hecho a pasear y que por ninguna manera ni con todas sus ofertas auia de ir contra el lugar» (fl. 99 ) . Lástima que tan heroico gesto quedara sin imitación. No faltó quien, como sucede en reuniones concurri- das, no se enterase del asunto: Joanes de Landaldecoa ( 50 años) «por ser sordo no oió la proposición, mas que concedio lo mismo que acian los demas vecinos» ( fl. 41 ). Pedro de Zaldarriaga, maestro y vecino de Arizcun, confirma la presión ejercida sobre los vecinos y añade que «han podido suceder por causa del dho rector muchas desbenturas ...por poco no lo mataron a Miguel de Iri- goyen su yerno, que es uno de los que dieron poder ...y por la intercesión del dho Rector habia rebocado el dho poder y por esta razon y por no hauer estado constante . .. lo quisieron ultrajar poniendo manos en el, y que a no entrar gente de por medio se vio en peligro de su vida y que pueden suceder muchos inconvenientes siendo fundamento de todo según se dice publica- mente el dho rector» (fl. 107) . Prescindiendo de lo que haya de exagera- ción en estas frases, revelan que hubo un cierto encrespamiento en los ánimos. NOMBRAMIENTO DEL COADJUTOR FRANCES Don Nicolás de Aurtiz reconoce que a don Martín de Garay «no le ha oido predicar, ni disputas ni argumentos ni conferencias, antes bien le ha ebitado por las diferencias y pleitos que penden ... » (fl. 129) y asegura que «ha sido y es uno de los contrarios principales para el seguimiento del pleito» ( fl. 121 ), por lo que en semejante disarmonía no puede tenerlo por su vicario y coadjutor. Por ello nombró como tal a Juan de Aguerre, natural de Osés en la Baja Navarra, «persona de toda satisfacion ciencia y virtud, y por tal aprobado en ambos idiomas)). Este nombramiento lo hizo «de su mera boluntad y no compulso ni apremiado y con facultad de podelle remober siempre que le pareciere, con causas o sin ellas.. .» ( f l . 129) . No satisfizo la elección a los vecinos de Arizcun que opinaban que «no puede haber otro sacerdote que conozca mejor a sus feligreses para acudir al re- medio por la experiencia tan larga que tiene.. . » ( fl. 26) Garay había traba- jado como coadjutor más de veinte años, y sobre todo durante «la enfermedad y ajes» del rector anterior Juan de Ureta, había actuado como vicario en

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