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DON PEDRO OBREGOZO SENOSIAIN. EL ARTE DE HERRAR 8) La operación del herrado En principio no se somete en el taller del barrio Ordoki de Irurita al ganado caballar jamás al potro o máquina de herrar; este artilugio se reserva para el ga- nado vacuno. Tratándose de ganado caballar, mular o asnal, basta atarlos a una de las columnas verticales del potro con la cabeza algo alta, sujetando luego el herrador directamente la extremidad que se quiere herrar. La mayor parte de los caballos y yeguas se someten sin dificultad alguna a esta operación; de cuando en cuando se encuentra oposición en algunos anima- les, y en otros, medios de defensa verdaderamente peligrosos; éstos son los me- nos. «Los hay muy malos)), me decía don Pedro. Hoy abundan menos estos últi- mos, porque el animal malo en la herrería es malo en todas las partes, y se eli- mina porque el comercio los consume directamente o en choricerias; antigua- mente no se daba esta segunda posibilidad y «se iba tirando mientras se podía)) con el animal en casa. Fot. 25: Una herradura caballar con pestaña. Debajo un clavo y la estampa. Toda la vida de don Pedro se ha desarrollado entre estos animales: «No hay caballos naturalmente malos)), me decía; «se hacen malos porque no nos toma- mos la molestia de estudiar de forma directa su carácter y sobre todo por no tratarlos de forma debida)). El caballo, proseguia, de gran inteligencia, tiene una especie de pundonor que no le deja ofender a aquel que le corresponde con ha- lagos. Y el profesor Sainz añade: «la causa de que muchos caballos sean malos es el confiar su educación a personas que tienen necesidad de educarse a si mismas y

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