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DON PEDRO OBREGOZO SENOSIAIN. EL ARTE DE HERRAR También se diferencian claramente las herraduras de mano y las de pie, sien- do más anchas y redondas las primeras que las segundas. La forja de estas herraduras presenta dificultades mayores que las del ganado caballar y prefiere el señor Obregozo adquirirlas eri el mercado, pues una indus- tria localizada en Ormáiztegui (Guipúzcoa) las fabrica de todos los tamaños y de muy buena calidad. Lo más difícil de la forja parece estar en la pestaña. Para herrar al gando vacuno se utilizan los mismos instrumentos que para el caballar: el martillito, el pujavante, las tenazas de herrar, las de cortar, etc.. . Se añade la tenaza de sujección digital. Estas tenazas se diferencian de las demás en que una de las ramas tiene la boca en forma acanalada y la otra en forma de es- cuadra terminada en una especie de cayadilla; sirve para adpatar la pestaña de la herradura a la pezuña de los bueyes o vacas colocados en el potro. Figura 14: Herradura de ganado vacuno. Los clavos (ver Fotogrqba 16) Son pedacitos de hierro de figura y formas variables, destinados a sujetar las herraduras a los cascos y pezuñas de los animales. Los clavos de herrar han de ser de un hierro lo más «dulce» posible, para que se doblen con facilidad y no se llenen de «hojas» al someterles a la opera- ción de «adobe», previa al herrado. e Los clavos llamados embutidos son los más empleados en este taller de Iru- rita; tienen la cabeza en forma de dos pirámides cuadrangulares unidas por sus bases, siendo la pirámide superior truncada y estando la inferior unida al clavo propiamente dicho. El resto del clavo es de forma prismática cuadrada y termi- na en punta afilada.

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