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DON JOSE MARIA DE LACOIZQUETA florece en mayo y con frecuencia suele hacerlo por segunda vez en octubre. Su madera, como es dura, sirve para mangos de diferentes utensilios y sus ramos se utilizan para ligar los aros de los toneles. Sus drupas producen un aceite viscoso y craso que manchan las manos en su época de madurez». En castellano le llaman cornejo encarnado. El avellano (corylus avellana de Linneo) que «se desarrolla en las regatas y parajes sombríos de nuestros bosques, florece por febrero y fructifica en agosto. Hay variedades de fruto globuloso y de fruto oval un poco comprimido. Abundante y espontáneo en la comarca, es de creer que este país es muy acomodado para su cultivo.» Se le llama urritz. El brezo arbóreo, zurikatx o brezo blanco de Bertizarana, eerica a rbor ea~ de Linneo, se ha utilizado en este país sólo para combustible de hornos de cal; en otras partes parece que se utilizó para hacer carbón: «en Castilla se dice brezo y su carbón es familiar a los herreros» (Dioscórides, libro 1, p. 72, cita de Lacoizqueta). Su variedad «erica scoparias de Linneo, txilar de nuestros campesinos, «sirve para hacer escobas, es la única especie de este género que tiene esta aplicación». Es muy común en la montaña meridional del valle y florece por junio para fructificar en octubre, el castaño o fagus castanea de Linneo. «Las variedades de esta especie son las que producen las castañas; sus renuevos sirven para aros de barricas; con sus ramos se hacen tablitas llamadas duelas, para hacer toneles y con su tabla se hacen elegantes entarimados. Sirven de vianda como el queso y es el alimento de muchas familias, a pesar de que tienen poco gluten y es de difícil digestión». El pueblo llama a este fruto «gaztaña», dice Lacoizqueta. Dada su importancia, el botánico de Narvarte se extiende en describir sus variedades con detalle y precisión. La variedad silvestre, llamada txerta-gabea en estos pueblos, «se llama silvestre por no estar injertada»; su madera es la de mayor utilidad en ebanistería. La variedad San Miguel madura muy temprano y «es importante por el precio alzado en que se vende». En esta comarca le llaman San Miguela, aludiendo al Arcángel para cuya festividad se recoge. La variedad conocida aquí como «saborea», es de fruto agradable al gusto, de aspecto bueno y de volumen grande; «lo mejor de la floresta o de la selva». Otra variedad, la etxerto-gorriap, abundante en nuestros bosques, «tiene un fruto colorado, sabroso al gusto, y su endopleura es muy delgada, por lo que se separa fácilmente de su albumen». La osto-verdia, de hojas verdes, es de fruto tardío «y muy buena para poder conservarse largo tiempo». Esta conservación se hacía en medio de los bosques, en pequeños silos hechos generalmente de piedra, en forma circular. Se les amontonaba encerradas en sus erizos y se les cubría de césped, con lo que se les mantenía en perfectas condiciones hasta muy entrada la primavera. Quedan todavía por estos bosques silos de esta clase, mudos testigos de esta costumbre de nuestros antepasados, ya olvidada. La variedad llamada en euskera porkaletxa tiene sus erizos en corimbo o apretada glomérula y son ásperos por sus púas.

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