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DON JOSE MARIA DE LACOIZQUETA Azcue no toma en consideración las aportaciones de los diccionarios Trilingüe y de Aizkibel, tan citados por Lacoizqueta, por la razón apuntada; al filólogo actual, la mayor parte de las explicaciones y muchas de las dicciones de estas dos obras le parecen formas y modos forzados, fruto quizás de un esfuerzo más imaginativo que real. Sirva de ejemplo la fantasía elaborada por nuestro botánico, con sobrada elegancia por cierto, a propósito de un vegetal llamado por Benthan «Hypecoum grandiflorum», denominado en castellano ZADO- RIJA, según Lacoizqueta. «No conozco, dice, ni los diccionarios traen nombre vascongado propio de esta especie que tampoco se encuentra en esta región, pero no dejaré de notar la relación y armonía de la significa- ción de su nombre genérico latino y vulgar castellano con el verbo vascongado ZADORATU que quiere decir mover con fuerza dos líquidos en un vaso. Hypechun, según Gillet, equivale a «yo resueno», y alude al ruido que hacen sus semillas cuando se agita su cápsula, y si la voz ZADORIJA viene del referido verbo eúskaro significará la agitación o movimiento violento de la cápsula para producir el ruido de sus semillas dentro del fruto, no habiendo en tal caso más diferencia que de efecto a causa. El castellano indicará el movimiento, causa del ruido, y el griego latinizado el mismo sonido efecto del movimiento» 28. Después de esta introducción general que ocupa las primeras 23 páginas, prepara al lector con unas nociones de organografa vegetal, expo- niendo su modo de pensar sobre cada una de las partes de los vegetales, con sus nombres técnico y popular, y su inevitable explicación filosófico- etimológica (pág. 25-44), para dar por fin la relación de nombres vascongados de las plantas, hasta la página 186. El orden seguido es puramente el técnico de los botánicos y no el alfabético de los diccionarios, más útil para poder localizar con rapidez un vegetal cualquiera, con sus propiedades y aplicaciones. Termina con un índice alfabético de los nombres eziskaros de las plantas y sus órganos (pág. 187-200) que soluciona siquiera en parte, la dificultad apuntada. Aportaciones etnográfcas del botánico Lacoizqueta Muchas son las costumbres populares reflejadas en la obra de Lacoiz- queta, de alto valor por tratarse de quien vivió siempre en su región y enraizado plenamente en su pueblo. N o es posible hacer un estudio exhaustivo de esta obra etnográfica lograda de forma indirecta por nuestro botánico; solamente voy a especificar algunos casos tomados con el único fin de reflejar de forma somera esta aportación tan valiosa de nuestro botánico al conocimiento de las costumbres de nuestros antepasados bertizaranenses. «El arce o moscón, llamado en vascuence astigar (Acer campestre de Linneo), es un árbol muy en uso entre los hombres de esta región; sus hojas, después de secas, persisten algún tiempo en sus ramas y son muy buenas para alimentar el ganado. Su madera no ha tenido gran valor, 28. DICCIONARIO, p. 49, n.O 23.

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