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VIDAL PEREZ DE VILLARREAL envenena la planta adecuadamente; antes se hacía esto con sublimado corrosivo (cloruro mercúrico), dato muy de tener en cuenta al revisar alguna colección de esta clase. Fue grande mi sorpresa, cuando, al consultar en el Diccionario Enciclo- pédico Espasa el término HERBARIO, vi cómo, tras hacer un recuento de los principales herbarios de la historia de la botánica y de los lugares actuales de conservación de los mismos, termina diciendo: «...y el de Lacoizqueta, en Lecároz». No creía yo que el sencillo y valioso depósito que la familia Lacoiz- queta hizo en 192 1, iba a trascender al mundo de la ciencia. Efectivamente, desde esa fecha el herbario de Lacoizqueta se encuentra en este centro educativo navarro. Y en su archivo hay un pequeño documento que dice.: «...que ha recibido de la Sra. Dña. Luisa Lacoizqueta un herbario que fue de D. José María de Lacoizqueta, compuesto de 51 carpetas de la botánica del Valle de Bertizarana y alrededores, en su inmensa mayoría en deplorable estado, unas plantas atacadas por la polilla y otras destruidas por los ratones. Está en depósito en el Museo del Colegio sin compromiso de ningún género y sólo con la obligación de conservarlo en lo posible y servirnos de él para el estudio de la Botánica, hasta que su propietaria disponga otra cosa. Enero, 29, 1921. Firman el Rector del Colegio y Dña. ~ u i s a ~ a c o i z ~ u e t a . Más por curiosidad que por otra cosa comencé a repasar una de las carpetas del herbario, y, en vez de chocar con «un deplorable estado», comprobé que el conservador de nuestro Museo se preocupó a tiempo de sanear y envolver en papeles nuevos de protección exterior, la mayor parte de los pliegos azules de papel de estraza originales, envenenando además con el característico polvo blanco a muchas de las plantas que lo necesi- taban. Y mi curiosidad se fue transformando en interés de tipo cada vez más alto, y recorrí una por una todas sus fichas, hallando en ese «manoseo respetuoso» del legado del gran sabio, una gran satisfacción que iba en aumento, hasta llegar a su culmen en las carpetas de «musgos y líquenes», consideradas por el mismo don José María, como la perfección de su obra. «No son muy numerosas las especies que comprende este Catálogo, nos dice en la introducción a esta obra, pero una parte considerable de ellas pertenece al difícil grupo de las criptógamas, cuya importancia es tan conocida de los botánicos» 18. Todo esto es lo que nos queda de don José María; parecía poro y lo era, hasta que decidí estudiar todas y cada una de las fichas que acompañan a sus muestras vegetales. En estas breves y sencillas notas late una actividad científica mucho más amplia que «el vivir encerrado en Bertizaranaa de su CATALOGO, porque aquí, en esta última publicación, se reduce en la exposición a las plantas procedentes del Valle, y el Herbario es una 18. CATALOGO, p. 22.

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