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VIDAL PÉREZ DE VILLARREAL He recorrido repetidas veces el cementerio de esta ciudad de Pamplona en plan de estudio de campo, y he podido recoger las formas de más de sesenta nuevas estelas, casi todas preparadas según estilos tradicionales, enriqueciendo en lo posible con nuestra cultura, el simbolismo de nuestros antepasados de la época del románico o del gótico. No me he detenido en recoger sus tamaños y medidas. Primero he de advertir que ninguna de esta nuevas estelas lleva ornamentación al- guna en el reverso; están preparadas solamente para ser vistas por delante. En varias de ellas se repite como símbolo principal o secundario, la cruz ovifila o lauburu, utilizada a veces en estos ambientes como símbolo de protesta; el creyente la ha inculturizado y la ha colocado como hermoso símbolo de la fe en su sepultura; aparece ya como ornato secundario en la tumba de don Fermín Irigaray, en 1934. Las demás van esculpiéndose en las estelas discoideas, a partir de 1964, primero tímida- mente, después con la mayor naturalidad. He podido detectar la presencia de esta cruz ovifila, sola, siete veces, y, como ornato secundario, diez. Hay una original estela con el símbolo del arco iris en su cara discoidal; rodeada de flores y de colorido, llena de vida y alegría el ambiente funerario del entorno. Se dan cuatro con la efigie de San Miguel de Aralar, devoción muy enraizada en Pamplona; en cinco estelas aparecen delicadas estilizaciones florales debidas aparente- mente a la misma mano; seis de ellas, algunas en exposición de taller a la hora de mi última recogida de datos, son de inspiración francesa. Aparecen nueve cruces griegas ancoradas y cinco, sin ornato alguno. Siguiendo las formas tradicionales, se dan cinco cruces latinas y tres cruces de bra- zos curvados, del más puro estilo medieval. Saliendo de la línea clásica, dos estelas llevan en el disco en buen relieve imágenes de la Virgen; en un caso no se trata de relieve sino de una verdadera estatua con la Virgen y el Nifio en sus brazos. Otras dos, el árbol del Paraíso, en un caso con dos ovejas pastando a su acogedora sombra. La estela del sefior Urmeneta presenta el clásico símbolo de las ondas estacionarias emanando del centro del disco estelar en limpia y bien conseguida reproducción del tema; seguramente que se la habría preparado él mismo; sea éste mi homenaje a su sensibilidad espiritual y artística. En otros casos aparecen como temas secundarios for- mas estelares radiales, curvadas o rectas, y en otros como símbolo principal. La de la familia.Biurrun presenta dos giros inversos, fijados en la misma forma estelar del disco, preparada a modo de mosaico. Se ha trabajado delicadamente una estela discoidea en una delgada lámina de már- mol negro especularmente pulido; la han apoyado en un robusto soporte discoidal de granito, con emanaciones desde el círculo central en forma de radios rectilíneos. Hay una estela a medio historiar, indicando que la muerte del allí enterrado tuvo lugar en Candanchú el 13 de enero de 1974 (un alud de nieve enterró al profesor y a numerosos de sus alumnos). Finalmente aparece varias veces la paloma de la paz, una como símbolo principal y único, centrada en el disco, y en otras muchas ocasiones como símbolo ornamental secundario, en el disco o fuera de él. Respecto del material utilizado, se puede indicar que hay una en bronce y tres en madera (dos idénticas en tamafio y dibujo), muchas en arenisca generalmente de color crema tostado (la de Irigaray es de arenisca áspera, dura y rojiza) y el resto en ca- liza y mármol; las esculpidas en mármol blanco presentan relieves muy variados, algo difíciles de captar por la falta de definición suficientemente diferenciada en las líneas de sus dibujos.

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