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ARRAYOZ, UN LUGAR DEL BAZTAN. ESTUDIO ETNOGRAFICO chupando, chupando, se comenzaba a fumar; si hacía falta, se añadía después más tabaco picado a la pipa» (Juan Felipe Dendarieta). Las piedras eran de pedernal, suharri; las piezas de hierro acerado constituían el eslabón, surdoki, y el kardo, la yesca. En efecto, Lacoizqueta dice del kardo: «Cardu- ba ..., los fumadores en pipa lo usan para encenderla; su combustión exhala un olor agradable» (Lacoizqueta). Bernardo Urreaga explica cómo se prepara la yesca a artir del hongo formado en los troncos de haya: «se cuece ese hongo en el horno de R acer pan, se quita la miga que tiene dentro que es muy blanda y esta miga es muy fácil de quemar». Nadie conoció hacer uso de esta técnica para el encendido del fuego en los hogares domésticos, sólo se habla del encendido de las pipas de los fumadores; se conocían y usaban las cerillas. Se guardaba el pequeño paquete formado por la yesca, el eslabón y el pedernal en la boina del fumador, aprovechando su ancho vuelo; las pi as pequeñas y las boqui- llas se solían guardar también en la boina, sobre todo entre P os pastores. «Estos hacían pipas con madera de no sé qué árbol» (AnastasioAlberro). Alguien me indicó que se trataba de un arbusto que se llamaba osta-zuri; «después han venido los chisqueros que hemos usado nosotros para encender nuestros cigarros, porque nosotros no hemos hecho uso de pipas; aprendimos muy pronto a liar nuestro cigarrillos con papel de fumar» (Juan Felipe Dendarieta). Lacoizqueta hablaba en 1870 del tabaco cultivado en el país y lo llamaba tabaco rústico; dice que los fumadores lo conocen con el nombre de tabaco belar berria; «conocidos son el cultivo y contrabando de esta especie que tanto perjudica a la Hacienda Nacional* (Lacoizqueta). El fuego de los hogares de las casas se mantenía siempre encendido y en caso de necesidad, se pedía fuego a los vecinos. «Para cuando nosotros tuvimos uso de razón, ya se usaban en todas las partes, como ahora, las cerillas con cabeza de fósforo, pero la costumbre hacía que se procurase mantener todo el día el fuego encendido y se conservaban algunas brasas para la mañana del día siguiente al retirarse todos a descansar; el primero en levantarse reactivaba inmediatamente el hogar y lo alimenta- ba con nuevo material para todo el día. Debido a esta costumbre se procuraba disponer siempre de gruesos troncos de madera buena y sana» (varios). Evolución de la alimentación desde principios del siglo actual hasta nuestros días En este aspecto de la vida familiar y social, la transformación ha sido total, «como de ensueño». «Ahorame alimento yo cualquier día y como mejores alimentos o manjares que antes en las grandes fiestas» (varios). «Ahora no tiene gracia la fiesta en lo referente a la comida, porque todos los días son fiesta» (Anastasio Alberro). «Ademáshay de todo y al alcance de cualquiera, porque hay dinero y en el comercio se ofrece de todo» (varios). Bernardo Urreaga señala en cambio que hoy hay mucho vicio sobre todo en las bebidas y que los alimentos no son tan sanos como antes. Las comodidades son ahora mucho ma ores que las de antes; en muchas casas y en todos los caseríos y bordas no había na B a, más que las paredes y el tejado; ni las ventanas tenían cristales; tampoco había agua corriente, ni luz eléctrica, ni limpieza, a esar de los esfuerzos de las mujeres; se vivía demasiadomezclados con los animales y fa habitación humana venía a ser una prolongacición del establo que era lo principal de la vivienda. Don Pedro Olaortúa, médico de Irurita y Arráyoz desde 1915 hasta bastantes años después de 1950, disertó en uno de los Congresos de Estudios Vascos, el de 1920, de la higiene del caserío vasco (se refería a los de Irurita) y la calificó de inexistente; no he tenido la suerte de leer su ponencia o comunicación, pero publicó

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