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VIDAL PEREZ DE VILLARREAL Este capítulo ha sufrido una total transformación con la presencia de todo tipo de bebidas, incluso de procedencia extranjera, alcohólicas y no alcohólicas, en el comer- cio y en las familias. Uso del tabaco A ningún padre de familia gustaba que sus hijos comenzasen a fumar demasiado pronto; se les solía permitir después de cumplidos los dieciséis años, pero ya mucho antes se comenzaba a fumar a escondidas entre grupos de amigos; al no disponer de tabaco, se fumaba cualquier cosa «con tal de imitar a los mayores» (varios). Nadie se podía imaginar a las mujeres fumando. A falta de tabaco, «losmuchachos fumábamos zaborras de hierba». «Simientede hierbas con hojas de maíz como envolvente sin que nos viesen los padres» (varios). Lo más frecuente era fumar el tallo seco de una planta trepadora de nombre aiena. «Nosé cómo explicarle: hay unas plantas parecidas a cuerdas que, enroscándose, suben a los árboles ...; aquello seco, daba unos palos del ados con un orificio a lo largo del palo y en su mitad; el humo producido picaba muc o y quemaba fuertemente la boca» (Juan Felipe Dendarieta y Anastasio Alberro). Se cultivó en años pasados planta de tabaco en casi todos los huertos de estos pueblos. Muchos secaban sus hojas en casa y las picaban con un hacha bien afilada y obtenían un tabaco muy fuerte. «Yo no fumé nunca, pero decían que ese tabaco era muy bueno» (Bernardo Urreaga). «Era muy fuerte y bastante áspero para el paladar» (Juan Felipe Dendarieta que lo fumó durante muchos años preparándolo personal- mente). Anastasio Alberro contaba que él no fumaba, pero «en una cena que celebra- ron en cierta ocasión en una venta cuando andaban al contrabando, al jefe se le ocurrió que si yo no fumaba esa vez un puro, tenía ue pagar toda la cena; ante semejante amenaza, me lo fumé, pero casi sin terminar ? o sufrí una fuerte indisposi- ción y devolví la cena donde pude ...; se rieron mucho todos de mí, pero no pagué la cena, aunque al fin de cuentas me quedé sin cenar y dispuesto a pagar cualquier otra cena antes que fumar de nuevo un puro como aquél». No se atribuye ninguna ventaja positiva medical al tabaco. Sin embargo, en una nota manuscrita de los años 1845 se habla de «que se permitía fumar solamente bajo prescripción médica» (Reglamento interno de los religiosos capuchinos navarros exiliados en la ciudad de Bayona). Se usaban mucho las boquillas y más todavía las pipas, por ue «antes no se ?. conocía el cigarrillo actual con su envoltura de papel» (Juan Fe ipe Dendarieta). Nuestras pipas eran de yeso, blancas, y se rompían si se caían al suelo. Las pipas de los ricos eran de madera con unas curvas «muy llamativas»(Bernardo Urreaga y Anasta- sio Alberro). Algunos usaban como pipas o boquillas ramas de lantas trepadoras diferentes de las citadas anteriormente. Lacoizqueta dice de una estas trepadoras que se llama esquerayena (sic) y que su nombre vulgar quiere decir «sarmiento sube de derecha a izquierda y hace alusión a la forma de hélice en que corre sobre P"' os tallos de los arbustos vecinos. Se usan sus ramos quitando el meollo, para cañas de pipas para fumar» (Lacoizqueta se refiere en este caso a la Madreselva). Respecto del juego eslabónyesca-pedernal utilizado secularmente en la mayor parte de los países europeos para preparar el fuego, los de más edad de los encuestados recuerdan perfectamente cómo lo usaban sus abuelos y lo narran de este modo: «Encendían una pipa con piedrecicas colocadas entre los dedos índice y pulgar de la mano izquierda; colocaban debajo de la piedrecica un trozo pe ueño de kardo ? sostenido por los otros dos dedos de la misma mano, y al golpear a piedra con un hierro estrecho y acerado con sus dos agujeros por donde se metían los dedos de la mano derecha como en unas tijeras, saltaban chispas que se recogían en el kardo; el trocito de kardo encendido de esta forma, se colocaba sobre el tabaco de la pipa y...
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