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cos , con su valor de ciencia , y las experiencias personales . Los teólogos, sobre todo en la línea de la escuela tomista, han preferido elaborar una teo logía de la perfección espi ritual desde los prin – cipi os que han tomado de su teología. Su mérito y su aportación en este campo es innegable y han log rado a lo largo de los siglos encauzar los entu– siasmos místicos dentro de la pureza dogmática. Por eso gustaba tanto Te resa de los hombres de letra s. Pero ella misma, con la descripción de sus ext raordinarias experienc ias, ha sido el punto de part ida de otra escuela que en la elaboración de la míst ica tiene preferencia por los análisis experien– ciales. Esta otra escuela se vincula a la tradición patrística y en la edad media tiene tan excelsos cul– tivadores como San Bernardo, los Victorinos y San Buenaventura 13 • En gran modo pudieran utilizarse las descrip– ciones incomparables de nuestros míst icos pa ra desvelar el hecho singular y único de las vivencias humanas psicológicas. Pero es necesario hoy com– pleta rlas con los penetrantes análisis que la filos o– fía existencial nos ha dado sobre las situaciones de la vida humana. Todo esto nos iría facilitando el acceso al hecho singular histórico. Pero este hecho singular, tal como acontece en la historia empírica, envuelve mucho más que la pecu liar psicología de cada individuo. El individuo 13. Cf. J . DE GUIBERT , Leccion es de t eolog ía espritual, Mad r id 1953, 35 SS. ; A. ROYO MARÍN, Teolo gía de la p er – fecci ón cr ist ia n a, B .A.C., Ma drid 1954, 41 ss . 97

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