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Esta otra tercera dimensión de la obra de Dil– they pone en relieve, junto a los dos ya señalados, el tercer problema de la gnoseología histórica. Con– siste éste en analizar los presupuestos o categorías que el historiador tiene en su mente al acercarse a interpretar el hecho histórico. La palabra prejucio tiene mala fama en historia. Sine ira et studio quería acercarse a ella el historia– dor romano Tácito. Y sin embargo, en nuestros días H. - G. Gadamer, gran autoridad en el campo de la interpretación, ha juzgado necesario revalorizar es– te concepto histórico. El mayor prejuicio del histo– riador, según él mismo, , consistiría en la pretensión ingenua de creer posible acercarse a la historia sin presupuestos, sin prejuicios. Hay que realizar, por lo mismo, una labor previa que señale los presu– puestos que faciliten la comprensión histórica e, igualmente, los que puedan dificultarla y hasta im– pedirla. Contra la tendencia historiológica de la ta– bula rasa hay que aceptar la necesidad del a priori en la hermenéutica de la historia. Determinar este a priori es uno de los máximos problemas de la gno– seología histórica 6 • Pero no creemos que con los tres problemas se– ñalados se haya cerrado el círculo hermenéutico. Un cuarto problema, previo a estos tres, por lo mis– mo viene a ser el primero, debe abordar una crítica 6. Cf. H.-G. GADAMER, Wahrheit und Methode, 2 ed., Tübingen 1965; Le probleme de la conscience historique, Louvain-Paris 1963. Estas dos obras son hoy punto nece– sario de partida para el estudio de este problema. 91

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