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tos se multiplican y los verbos llegan casi tota lmen– te a desaparecer. Para mayar claridad cotejemos las estrofas segunda y catorce : Estrofa 2 Pastores, los que fuerdes Allá por las majadas al otero, Si por ventura vierdes Aquél que yo más quiero , Decidle que adolezco, peno y muero. Estrofa 14 El Amado, las montañas Los valles solitarios nemorosos , Las ínsulas extrañas, Los ríos sonorosos, El silbo de los vientos amorosos . El verbo significa acción , el epíteto traduc e los estados afectivos . ¿Por qué entonces, se pregunta Dámaso Alonso , se multiplican los verbos en las pri– meras estrofas y los epítetos a partir de la catorce? El crítico halla la respuesta sin acudir a elementos extrínsecos, : ajenos a la obra. Siente el prob lema desde dentro. Nunca mejor empleada esta expre– sión. Y desde dentro percibe que San Juan de la Cruz en las primeras estrofas quiere describir el es– tado del alma con ansias de Dios . El místico ha lla– mado a este estado desposorio, época de noviazgo místico . Y es bien sabido que esta época es inquie– ta y apasionada, en busca de la plenitud de la unión conyugal. Lograda ésta, el alma se tranqui iiza y aquieta. 88

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