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De esta abertura a los otros tú y del diálogo mis– terioso con el Tú divino parte M. Buber para inter– pretar la historia de Israel. Si su metafísica pud o re– sumirla en la preposición zwischen, su visión de la historia pudiéramos centrarla en un solo verbo: co– operar. Israel ha sido llamada a cooperar con la ac– ción divina en la marcha de la historia. Esta coope– ración hacia un mañana siempre más luminosa constituye para Buber la esencia del mesianismo. Distingue un mesianismo apocalíptico y un mesia– nismo profético. Con esta distinción aclara plena– mente su pensamiento, pero al mismo tiempo reve– la !as insuficiencias del mismo que una visión más plena debe completar. Según el mesianismo apocalíptico todo está dis– puesto por un plan divino y fijo , plan que cu lmina en la aparición última y definitiva de Dios. Entonces tendrá lugar el cierre de la historia y el comienz o de la eternidad . Al mesianismo profético no le inte resa tanto el fin de la historia cuanto su camino. En este camino el hombre va colaborando con Dios en su lucha contra el mal. La historia se actúa ento nces como un perenne diálogo de Dios y el hombre, que revela las exigencias divinas y las corresponde nci as o rechazos humanos. En esta concepción de la his– toria no interesa, por lo mismo, la meta. Lo imp or– tante, según la expresión de ·otro judío contempo rá– neo, E. Zolli, es la esperanza de una era serena y próspera 29 • ces on contemporary christian theology. en Croos Cu– rr ents 3 (1952). 29. L'Ebraismo, Roma 1953. Sobre el escatologis m o y 82

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