BCCAP000000000000032ELEC

de [os caudillos griegos a! Roldán francés o al Cid español, por no citar al más literario de todos, Don Quijote de la Mancha, el héroe ha creído solamente en ei poder de su diestra y en el esfuerzo de su vo– luntad . El burgués, por el contrario , confía no tanto en su voluntad. cuanto en el dinero, en la empresa, en los pastiches de nuestra civilización en la que todo se consigue con el irritante procedimiento de servirse de otros, como de instrumentos. El idea l individualista, concluye Mounier , ha perdido la ca– rena, al sustituir los valores creadores por el único va!or del bienestar y del lucro. A la izquierda marxista achaca su negación fun– damenta l de lo espiritual como realidad autónoma, primera y creadora. Y como consecuencia de esta negación, su esencial deficiencia que cons iste en haber desconocido la realidad íntima del hombre, su vida personal. Cuatro caracteres podemos señalar a la perso– na, según Mounier: vocación, superación, /iberf.ad y comunión. Por ser vocación se concentra en el re– cogimiento en el que oye la llamada para insertarse en su situación histórica. Por ser superación, es siempre tensión hacia algo más perfecto, más ple– no, más valioso. Por ser libertad, es fuerza creado– ra que supera los múltiples condicionamientos con los que tiene que contar en su actuación. Por ser comunión, se abre a los otros para, conjuntamente, realizar la gran faena de la historia. _volvemos a decir que Mounier no ha hecho una aplicación sistemática de esta doctrina a la historia. 78

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz