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tica que Galileo tuvo del mundo. En historia la ma– temática cede el paso a la biología del desarrollo. Pero tanto la matemática cósmica como la biología histórica se rigen por las leyes establecidas por Dios en su creación. Que Dios sea persona y que actúe en la historia de modo personal, es algo que la filosofía apenas es capaz de entrever . Pero no tiene objeción alguna a la afirmación teológica que lo testifica. Más bien la razón se siente sat isfecha de que al personalismo humano corresponda un inefable personalismo divi– no. Desde la vertiente humana el problema de la persona en la historia es capital. Y sin embargo, hay que decir que apenas ha sido aclarado. Más bien habría que decir que ha sido oscurecido. M. Buber ha hablado insistentemente del oscurecimien – to de Dios 2.1_ Pudiéramos decir lo mismo del oscu– recimiento de la persona. Es oscurecida esta supre– ma realidad humana desde los sistemas idealistas y colectivistas, tipo Hegel y Marx, y desde el de– terminismo histórico del positivismo y materialismo . También ha sido oscu recida desde la vertiente opuesta, desde la exagerada valoración de la liber– tac;l en el existencialismo. Tampoco éste respeta a la persona. Esta es constitutivamente abertura al otro, comunión con el otro. Y cuando la libertad lo es to– do, el otro queda asumido por los caprichos del yo , al que queda supeditado . Entonces la persona , en 23. Cf. Eclip se de Dios, Buenos Aires '1970. 76
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