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de ellas da una visión integral de la misma. Pero en sus respectivas intuiciones proporcionan elemen– tos valiosos que una visión ulterior, asimiiadora y sintética, debe armonizar entre sí. Por este camino se. pueden ir poniendo los basamentos racionales de una fí/osofía de la historia que pudiera ofrecer al teó logo el material filosófico que precisa en sus re– flex iones dogmáticas. La primera nota, la orgánica, la vinculamos al sistema de Bergson, asumido posteriormente por Te ilh ard de Chardin; la segunda nota, la persona– /ista, se enraiza en las corrientes vitales del perso– nali smo de hoy; la tercera nota, la dialógica, asume esa filosofía honda que se ha definido a sí misma por este título y cuyos principales representantes son .en Alemania F. Ebner y M. Buber y en Francia G. Marce! y M. Nedoncelle. En España Laín Entral– go, siguiendo a estos maestros, ha puesto unos si– llares para esta filosofía dialógica en su obra, Teo– ría y _realidad del otro. A ella hemos intentado igual– mente contribuir por nuestra parte en varios de nuestros estudios sobre M. Buber y sobre el tema, dialéctie,a y diálogo 14 • Dos advertencias quisiéramos hacer antes de desarrollar un análisis ulterior sobre estas tres notas q1,1eacabamos de señalar . La primera es que nues– tra interpretación de la historia se inserta en la g ran tradición del pensamiento cristiano , pese a que és- 14. Cf. Temática fundamental del pensamiento de M. Buber, en Natu r ale za y Gracia 15 (1968) 3-31 ; Dia– l éct i ca y diálogo, !bid., 19 (1972) 83-121: 20 (1973) 31-53 . 69
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