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los factores históricos ha de brotar e! progreso en la misma, es para grandes pensadores una supre– ma candidez optimista. Ortega ha reprochado a es– te opt imismo progresista de la época victoriana el haber preparado en su inconsciencia las hecatom– bes de nuestro siglo. Este siglo ha pagado a precio de sangre aquella candidez 13 • Inicialmente convie – ne la teología de la historia con el positivismo his– tóri co en su visión optimista de la historia. Pero su opti mismo se funda en unos supuestos ideológicos muy di stintos a los del positivismo. Volveremos más ta rde sobre este tema. Como un anticipo subraya– mos desde ahora que la teología de la historia se mueve dentro de un finalismo trascendente, po r cua nto es Dios mismo quien va señalando ia me:a y los caminos de la historia. Este finalismo , es ob– vio, se halla impregnado de un optimismo esperan– zado r. Es este optimismo el que late en la visión bí– bl ica. El positivismo histórico, que niega toda clase de teología, no tiene más que un gesto de despre– cio para el finalismo trascendente. De donde hay que concluir que dentro de ese sistema no hay puesto alguno para una teología de la historia. 3. Hacia una visión integral de la historia En el siglo XIX la historiog rafía realiza un colo- 13. Cf . En sim .ismamie n to y alteració n, en Obra s Compl eta s V , 302-303. 67
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