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que afirma la supremacía absoluta de los factores materiales . Pero la dialéctica ternaria , con su rad i– cal inmanentismo, se mantiene igualmente en la lí– nea marxiana. En aml:fas dialécticas ternarias son característi– cas estas tres notas: 1) constituí r un sistema cerra– do y autosuficiente ; 2) propugnar una integral in– manencia, sin abertura alguna a la t11ascedencia ul– tramundana ; 3) subrayar los factores impersonales , pues son estos factores, extraños a l 1 a persona , los decisivos en la marcha de la historia. La nota que diferencia la dialéctica de Hegel res– pecto de la de Marx es el idealismo del primero frente al craso materialismo del segundo. Para He– gel es el Espíritu quien se desa rrolla dialécticame n– te, mientras que en la concepción marxista es la materia y, más en concreto, los factores económi– cos. Estas reflexiones están en la mente de todos . Pero las hemos querido repetir en alta voz p 1 ara po– der afirmar con todo fundamento la incompat ibili– dad de esta dialéctica con la teología de la historia. Se han advertido elementos cristianos en la obra de Hegel. Igualmente se subrayan con frecuencia ele– mentos valiosos del marxismo que pueden ser in– corporados a la teología de la historia. Ello testifica una vez más que nunca se da un error constitutiva – mente tal. Pero los elementos valiosos que podemos hallar en estos sistemas no impiden el tener que cons tatar una oposición neta entre la dialéctica ter- 59
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