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sión de cada momento. La dife rencia con el fi lósofo consiste en que éste cultiva una metafísica de la fi– nitud, cerrada a la trascendencia infinita, por ser es– ta trascendencia una fórmula entre otras mucha s de la filosofía del ente frente a la filosofía del ser. El cristianismo de Bultmann no le permite segu ir por esta vía a su maestro. Pero acepta y radicaliza el análisis del Dasein como historia puntual. De este análisis hace uso sin reparo en la interpretación bí– blica de las relaciones del hombre con Dios. Diría– mos con cierto atrevimiento que Bultmann aplica el decisionismo heideggeriano al mensaje bíblco como los novelistas sartrianos a los personajes de sus no– ve las. Con esta sustancial diferencia: Que mient ras Bultmann enf renta el decisionismo de la lib ert ad con la llamada de Dios, los personajes de las nove– las sartrianas se encaran con el agujero neg ro, el vací o, la nada . Pero en ambos casos, la histor ia hu– mana, como enlace y vinculación, carece de sent i– do. Sólo tiene valo r y vigencia la historia puntu al del momento vivido en la pura disponibilidad de l ac– to libre . Ahora se explica la objeción de Bultmann con– t ra la teología de la historia de Cullmann, al que til– da de hegeliano. Sin embargo , el razonamiento de Bultmann simplifica en demasfa las posturas . ¿Es que no hay o ;ra visión de la historia que la line al de Hegel o la puntual del existencialismo? Efect iva– mente que la hay. Y ante ella, todo el ataque de Bultmann contra la teología de la historia carece de consistencia. ¿Cuál es esta otra tercera visión? 50

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