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rir a dos pensadores: Hegel y Sartre. Nos parecen los dos extremos de una larga cadena. Utilizando una comparación geométrica, podría– mos im'aginar la historia según Hegel como una lí– nea continua e irrompible. Es decir; como un todo siempre en despliegue y desarrollo · en el que cada una de las situaciones históricas es el resultado de las anteriores y el preanuncio infalible de las si– guientes. Cada una de ellas es medi',ación para 1 la que ha de venir en la dinámica interna del proceso dialéctico . . Al extremo opuesto de esta concepción se halla la llamada concepción puntual · de la historia 22 • Es decir; l'a historia humana es una sucesión de pun– tos sin vínculo, ni orden. Esta concepción es una secuencia del decisionismo de Heidegger. Si, según éste, la decisión proyectiva del Dasein va constru – yendo la ex - sistencia, Sartre radicaliza este deci– sionismo de la libertad que se hace puntiforme en un actualismo de decisiones, totalmente desvi,¡1cu– ladas. Es cierto que la temporalidad sigue asumien– do los tres tiempos: pasado, presente y futuro. Pero para Sartre lo que cuenta es el presente de la de– cisión. El pasado no implica compromiso alguno. 22. El adjetivo "puntual" tiene en el uso corriente una significación muy distinta de la que se da en el tex– to. Pero no hallamos otro adjetivo más propio y por otra parte el Diccionario de la Academia da pie para este uso al decirnos que en cuarta significación puntual es lo perteneciente o relativo al punto. Sobre la concepción lineal y puntual de la historia, véase WALTHER BRUNING, Geschichtsphilosophie der Gegenwart, Stuttgart 1961, 77, SS. ' 48
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