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filosofía de la historia e igualmente de teología de la historia. Citamos de nuevo a Bultmann porque su actitud puede servirnos de punto de partida y de re– ferencia para hacer más sensible nuestro razona– miento . Establece éste una franja insalvable entre histo – ria universal e historia existencial. Ve la historia uni– versal como un todo en desarrollo, regido por !a ley de la causalidad. Y juzga que con esta historia de nexos causales nada tiene que ver la historia exis– tencia il. Esta elimina cualquier clase de vinculación, antecedente o subsiguiente. Es pura decisión, ince – santemente repetida. De aquí brota su enemiga a la hermenéutica de O. Cullmann por haber situado la salvación personal dentro del proceso universal de la historia salutis 20 • Si analizamos los supuestos filosóficos de esta disputa advertimos que Bultmann ha sipo el con– tinuador del pensamiento de Heidegger quien, si su– brayó con énfasis la historicidad del Dasein en Sein und Zeit, no qu iso insertarla en la historia universa l. Para el momento en que escribía su primera obra 20. La obra, ya citada, de O. CULLMANN, Le salut dans l'histoire, acusa reiteradamente el impacto del ata– que de Bultmann y su escuela. En un pasaje afirma Cul– lmann que hoy las discusiones en torno al Antiguo Tes– tamento se desarrollan en un ambiente netamente favo– rable a la historia de salvación, vista con malos ojos par la escuela de Bultmann . Cita especialmente a K. G. STECK, del cual dice textualmente: "Se opone a mi tesis porque se imagina retomo y prolongo las antiguas ten– t ativa s dogmática s, más o menos influenciadas por una filosofía de la historia del género de aquella que defen– día Heg el" (p. 49). 46
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